Ya vamos por la tercera entrega, desde que comenzamos a publicar la serie
de cuestionarios hechos a
especialistas psicólogos, educadores, madres y padres blogueros de
Iberoamérica, todos amigos y amigas orientados por los principios de la crianza
consciente, sobre la tan deseada y escasa cualidad de la paciencia,
indispensable para una crianza libre de violencia. Si aún no has visto las entregas
anteriores, puedes disfrutar aquí de
la primera y aquí de la segunda.
Hoy toca nutrirnos con las respuestas de
uno de los especialistas favoritos, siempre citados y recomendados por esta
servidora, un aliado incondicional en la
construcción de cultura de paz. Se trata de Antonio Pignatiello Megliola, psicoanalista
venezolano, investigador y profesor de la Universidad Central de Venezuela,
creador y autor del estupendo Blog Revés de la Masculinidad
Querida Berna
Te agradezco la invitación a participar en esta iniciativa.
Ha sido muy interesante responder tu cuestionario, además agrego (me parece
importante) que lo disfruté mucho. Pienso que has tocado un tema clave.
¿Qué es la paciencia?
Se suele ver la paciencia como algo que se tiene o no y que
sirve para aguantar o soportar algo desagradable o enojoso sin reaccionar de
una manera que usualmente implica algún tipo de agresión o uso de la fuerza.
Hemos escuchado expresiones como “¡Señor dame paciencia!” o aquella que invita
a “armarse de paciencia”. Desde esta visión común la paciencia es una evitar
algo, un dejar de hacer algo, se ve como pasividad forzada y tras de ella se esconde
la agresión.
Prefiero concebir la paciencia como una manera de
actuar sobre la realidad en la que nos acompasamos con el tiempo que requieren
las cosas para ser realizadas, es saber ocuparse de cosas que pueden parecer
pequeñas en lugar de saltar sobre ellas o ignorarlas. Paciencia es comprender
que los procesos de la vida tienen tiempos que no responden a nuestras
ansiedades o nuestros caprichos, y sobre todo que el otro tiene su propio
tiempo, así como una voluntad y un deseo propios. Paciencia implica entonces
respeto y empatía.
Paciencia es también saber esperar y disfrutar el camino
para alcanzar un resultado, para eso hay que ser capaz de contener los propios
impulsos para lograr sentir, percibir y reflexionar. Paciencia es liberarse de
la angustia por lo inmediato, por lo rápido, por lo que tiene que ser ya.
Para mí la paciencia resuena con paz y no con
pasividad.
¿Qué importancia tiene en la crianza de los hijos?
Pienso en primer lugar en dos razones, la primera es que
como adultos tenemos poder sobre los niños y eso nos coloca en riesgo de llegar
a forzar, abusar, invadir, someter, avasallar llevados por la premura de
nuestras angustias o de las exigencias que nos hemos impuesto acerca de cómo
deben ser las cosas para que estén bien. La otra razón es que la crianza es un
asunto de procesos, de tiempos, de maduración y de interacción con otro ser
humano que va conformando sus propios deseos y su voluntad.
¿Por qué a los padres se nos hace tan difícil ser pacientes
con nuestros hijos?
Tal vez haya infinitas razones, tantas como madres y padres
existen. Entre las dificultades más frecuentes mencionaría que no fueron
pacientes con nosotros en nuestra niñez, que obramos presionados por ideales y
mandatos, los cuales están en nuestra realidad psíquica pero no se corresponden
con la realidad de los hijos, que asumimos las tareas parentales con mucha
angustia, que nos aferramos a la autoridad como eje del rol que pretendemos
cumplir en la crianza, que le tenemos miedo a no controlar todo y aceptar que
muchos procesos de desarrollo tienen un curso propio que no se puede ni debe
forzar.
¿Qué podemos hacer para que la paciencia nos acompañe de un
modo genuino y sostenible durante las exigencias diarias que demanda la crianza
de los hijos?
En primer lugar integrarla como parte de nuestra vida en
todos los ámbitos, no se puede ser paciente con los hijos si se vive con prisa
azorada en el trabajo, el tráfico, el estudio o las tareas domésticas. También
pienso que puede ayudar darle más tiempo a escuchar, observar, reflexionar en
lugar de estar siempre actuando “en automático”.
¿Cómo se cultiva la paciencia?
La pregunta contiene una afirmación clave, la paciencia se
cultiva, esto quiere decir un trabajo constante por alcanzar los frutos que
ella ofrece. No es algo que baja del cielo o que se compra, tampoco se impone o
se decreta. La paciencia es resultado de un trabajo de reconocimiento y
transformación de nuestras emociones, impulsos, deseos, fantasías y formas de
percibirnos a nosotros mismos y a los otros. Es educarse en la disciplina de
saber esperar, de confiar en el otro, de apostar en resultados que no son
inmediatos, de saber vivir y obrar con lentitud.
¿De dónde sacamos la paciencia cuando sentimos que ya no nos
queda ni un poquito?
Cuando sentimos que no nos queda ni un poquito es el momento
de parar, hacer una pausa, respirar. Lograr esa pausa es abrir un paréntesis
para dejar que surja otra cosa, otra idea, otra manera de ver una situación,
también para dejar que el otro diga y haga aportando su respuesta y su
solución. También hay que considerar que muchas veces no es que se acabó la
paciencia (otra vez la idea de algo que se adquiere o se acaba), sino que nos
encontramos muy frustrados, aburridos, molestos o angustiados al percatarnos
que no obtenemos el resultado que esperamos,
o por otras cosas que ocurren en nuestra vida cotidiana o nuestro mundo
psíquico.
¿Cómo reconducir las respuestas violentas hacia nuestros
peques cuando nos sentimos desbordados?
Ante todo reconociendo que son respuestas violentas y no
reacciones legítimas y necesarias como usualmente se ven. Ayuda reflexionar y
revisar qué es lo que en cada uno/a lleva a la violencia (y tras de ella el
abuso del poder), las respuestas suelen estar en nuestra historia con relación
a las figuras de autoridad, en las ansiedades con las que afrontamos los roles
parentales, es decir en asuntos y procesos que no tienen que ver con nuestros
hijas e hijos pero que inconscientemente descargamos en ellos. Es importante
analizar esas conductas cuando ocurren, si nos detenemos un momento a pensar no
percatamos de que no nos gustan, pero en lugar de relegarlas al olvido, es
necesario reflexionar: ¿qué me pasó? ¿por qué actúo así? ¿es necesario o
productivo? ¿de qué otra manera puedo intervenir en otra situación análoga? Si
tomamos los espacios para reflexionar y analizar críticamente nuestros actos
podremos ser menos impulsivos y disponer de más opciones para elegir qué hacer
ante una situación dada.
Lee las demás entregas de este especial con entrevistas y puntos de vista sobre la paciencia en la crianza, en los enlaces siguientes:
Email: conocemimundo@gmail.com
Twitter. @conocemimundo
FB: Conoce Mi Mundo
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