"...hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros..." Octavio Paz. El Cántaro Roto.

CRIANZA EN CULTURA DE PAZ

Conocer , comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos. Transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado.

miércoles, 2 de octubre de 2013

No te vayas a escondidas, despídete de tus peques


Dejar a otro sin acceso a saber qué es lo que pasa equivale a tenerlo prisionero. Porque el otro no puede tomar decisiones respecto de nada. Laura Gutman.


He escrito acerca de la importancia de hablar con claridad a nuestros pequeños, al margen de que estén o no en capacidad de manejar el lenguaje verbal. De cómo un niño puede elaborar mucho mejor la experiencia, darle estructura y asimilarla progresivamente, cuando nombramos y explicamos con palabras, de un modo transparente,  todo lo que acontece. El momento de salir y dejar a nuestros niños al cuidado de otras personas no es la excepción. Sea que los dejemos en casa, en la escuela o en otro lugar, siempre es necesario y es deseable despedirnos de nuestros pequeños, en lugar de irnos sin explicación alguna o a escondidas cuando estén descuidados o mientras alguien los distrae. De hecho, los adultos esperamos  que  nos avisen o se despidan de nosotros antes de que la pareja, algún miembro de la familia o un amigo se marche ¿cierto?.

Los adultos hemos perdido memoria factual de nuestras historias infantiles y solemos interpretar como tonterías o como asuntos insignificantes, vivencias que para un niño suponen algo muy grande y en las que pasan por mucho miedo o angustia. La separación de un niño pequeño de su madre, padre o figura de apego principal, es una de estas experiencias. Un niño pequeño alejado de su cuidador, sufre. Para un peque o una peque, su madre o padre son las personas más importantes, sin las cuales no sabe si va a sobrevivir o no. Por otra parte, un niño pequeño no tiene la misma capacidad para discernir la noción del tiempo ni del espacio que tiene un adulto. Ellos no reconocen la diferencia entre una hora, un día o una eternidad. Los niños pequeños tampoco tienen noción de “permanencia del objeto”, es decir, si no lo tienen delante, si no lo pueden oír, oler o tocar,  no pueden inferir que dicho objeto o persona aún existe, aunque se encuentre en otra parte. Cuando mamá o papá desaparecen del campo visual de un pequeño, éste no sabe si va a regresar, sólo percibe  que no está y siente incertidumbre.

Es importante ayudar a los pequeños a crear progresivamente la noción de espacio y tiempo a través de la experiencia. Es por ello que antes de irnos y aunque lloren,  siempre es mucho más sano y lógico despedirnos de los niños, contenerlos y explicarles a dónde vamos, qué haremos, cuándo regresáremos, con quién o quiénes los dejaremos, etc.. Realizar un ritual de despedida, relatar lo que está ocurriendo y lo que vendrá, ayuda al niño a  dar estructura a la experiencia. Siempre es más sano, tanto para padres  e hijos, adultos y niños,  permitirnos conectar conscientemente y nombrar aquello que nos pasa o sentimos genuinamente. Esto incluye cada pequeño duelo que suscita la breve separación.   
Recordemos que los niños son pequeños, pero no son tontos. Ellos tienen derecho a ser tratados con respeto a su integridad como personas, a que se les reconozca y favorezca el desarrollo de sus capacidades. Los niños tienen derecho a que les digamos siempre la verdad. Así crearemos las condiciones que les facultarán para integrar la realidad de lo que acontece y su vivencia subjetiva con coherencia, lo cual equivale a construir salud mental y emocional.


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Twitter. @conocemimundo

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