Gracias a los avances de la fertilización asistida, se ha posibilitado el fenómeno de que las mujeres se conviertan en madres primerizas a edades muy avanzadas (después de la menopausia). En el Reino Unido, recientemente se dio a conocer la noticia de una mujer a punto de cumplir 67 años quien se encuentra en el octavo mes de embarazo de su primer hijo. En el 2006 una mujer de 67 años dio a luz a gemelos en Barcelona, España, y el año pasado una mujer india de 70 años, rompió el record al convertirse en madre primeriza de una niña.
En mi opinión, casos así acusan una motivación narcisista quizás llevada al extremo tras el deseo de ser madre y es una oportunidad para que todos los hombres y mujeres de cualquier edad que deciden tener un hijo o traer un hijo al mundo se pregunten ¿por qué quieren hacerlo? ¿Traemos hijos al mundo para cumplir con un mandato social o porque estamos bajo la presión del reloj biológico? ¿Los traemos para no quedarnos solos, para dar un compañero al hermanito, para “salvar” la relación de pareja o retener a un hombre o presionarlo para que se case? ¿Engendramos y parimos para sentirnos realizados a través de la esperanza de que los hijos sean lo que nosotros no pudimos “ser”…? ¿O traemos un hijo al mundo conscientes de la gran responsabilidad y esfuerzo a muy largo plazo que ello entraña, para dar amor, protección, respeto, contención, para reconocer que son individuos independientes, que vienen a la vida a través de nosotros pero no nos pertenecen y que nuestro deber es acompañarlos y ayudarles a desarrollar su única, original y propia búsqueda que muchas veces nada tiene que ver con lo que queremos o esperamos…?
Si la razón que nos motiva a tener hijos es un enorme deseo de dar amor y las circunstancias nos dicen -por la edad u otras causas- que no es posible engendrarlos de modo natural, existe un enorme potencial de ofrecer amor a los muchos niños, niñas y adolescentes abandonados o que no pueden ser atendidos por sus padres. Existe un potencial enorme en el mundo que nos rodea para dar ese amor y cuidado que el instinto nos reclama. No sólo a través de la adopción pero también haciendo trabajo voluntario en instituciones o sencillamente prestando nuestro tiempo para atender y cuidar al sobrino, al nieto, al hijo del vecino a los niños de la comunidad... y así contribuir a humanizarnos un poco más, ¿no lo creen? ¿tú qué opinas?
En mi opinión, casos así acusan una motivación narcisista quizás llevada al extremo tras el deseo de ser madre y es una oportunidad para que todos los hombres y mujeres de cualquier edad que deciden tener un hijo o traer un hijo al mundo se pregunten ¿por qué quieren hacerlo? ¿Traemos hijos al mundo para cumplir con un mandato social o porque estamos bajo la presión del reloj biológico? ¿Los traemos para no quedarnos solos, para dar un compañero al hermanito, para “salvar” la relación de pareja o retener a un hombre o presionarlo para que se case? ¿Engendramos y parimos para sentirnos realizados a través de la esperanza de que los hijos sean lo que nosotros no pudimos “ser”…? ¿O traemos un hijo al mundo conscientes de la gran responsabilidad y esfuerzo a muy largo plazo que ello entraña, para dar amor, protección, respeto, contención, para reconocer que son individuos independientes, que vienen a la vida a través de nosotros pero no nos pertenecen y que nuestro deber es acompañarlos y ayudarles a desarrollar su única, original y propia búsqueda que muchas veces nada tiene que ver con lo que queremos o esperamos…?
Si la razón que nos motiva a tener hijos es un enorme deseo de dar amor y las circunstancias nos dicen -por la edad u otras causas- que no es posible engendrarlos de modo natural, existe un enorme potencial de ofrecer amor a los muchos niños, niñas y adolescentes abandonados o que no pueden ser atendidos por sus padres. Existe un potencial enorme en el mundo que nos rodea para dar ese amor y cuidado que el instinto nos reclama. No sólo a través de la adopción pero también haciendo trabajo voluntario en instituciones o sencillamente prestando nuestro tiempo para atender y cuidar al sobrino, al nieto, al hijo del vecino a los niños de la comunidad... y así contribuir a humanizarnos un poco más, ¿no lo creen? ¿tú qué opinas?
Enlaces: bebesymas
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