En medio de esta vorágine de lengüetazos ponzoñosos politiqueros sobre un asunto que merece ser atendido con más respeto y responsabilidad, me parece importante contribuir con un discurso menos visceral y más sensato, reflexivo, educativo, capaz de llamar la atención constructivamente, de crear conciencia y de ofrecer alternativas razonables de consumo de agua potable. Es por eso que hoy comparto un artículo escrito por Laila Iskandar, experta en el tema, y cuya versión para la radio pueden escuchar en el micro Conoce Mi Mundo que encontrarán también en esta entrada.
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Y ahora el artículo:
Agua dulce, para todos y para siempre
La damos por garantizada al igual que el aire que respiramos. Como ese mismo aire, es indispensable para la vida. El agua dulce, es uno de los recursos naturales más preciados del planeta, cuya disponibilidad se ve cada vez más amenazada arriesgando nuestra existencia y la de muchas especies
Si bien es cierto que la tierra está conformada en su mayoría por agua, sólo el 2,5% de ésta, es agua dulce. Debido al mal uso de los recursos naturales, el abusivo uso de químicos, y la falta de tratamiento de las aguas negras, una buena parte del agua dulce de la tierra -concentrada en ríos, lagos y reservas subterráneas-, presenta diferentes niveles de contaminación, que la convierten en “no apta para el consumo”.
La escasez de agua (en cantidad, y/o calidad), trae consigo efectos negativos (en ocasiones irreversibles) sobre la supervivencia de numerosas especies, incluyendo al hombre. Actualmente, de los 6 mil millones de habitantes del planeta, un poco más de 1200 millones, carecen del servicio de agua dulce.
A diferencia de muchas regiones del planeta, nuestro país, en general, no tiene grandes dificultades de recursos hídricos, en lo que a cantidad se refiere, pero sí en su calidad y su distribución espacial. Los mayores problemas se presentan en la franja norte, donde la oferta hídrica de las cuencas no satisface la elevada demanda de las concentradas poblaciones que allí habitamos.
En las zonas urbanas de Venezuela, el consumo promedio de agua es de 550 lt./habitante/día (con diferencias entre grupos). Este gasto per. Cápita, resulta excesivo e ineficiente, en relación al valor de 200 litros lt./hab./día, establecido por la Organización Mundial de la Salud, como un nivel de consumo suficiente para atender las necesidades humanas. Igualmente, si nos comparamos con muchos otros países, como por ejemplo Colombia: 190 lt./hab./día, o el promedio europeo, de 130 lt./hab./día.
Si valoramos la importancia del agua como recurso natural finito e imprescindible para todo tipo de vida, podemos tomar conciencia de la problemática de los usos inadecuados y de la posibilidad de mejorar nuestros hábitos de consumo, favoreciendo sustantivamente, la conservación del vital líquido. Pero, ¿cómo podemos lograrlo? Hay muchas prácticas sencillas, con las que podemos contribuir a disminuir el despilfarro del agua, desde nuestras casas:
En General:
· Controlar el consumo mediante el recibo del agua, proponiendo metas alcanzables al reducir nuestra tasa de uso, hasta obtener cada vez, valores de consumo mas eficientes (150lts./hab./día).
· Usar instalaciones más eficientes, como por ejemplo, los filtros ahorradores de agua en los grifos. Estos dispositivos incorporan aire al chorro de agua y reducen el consumo hasta en un 40%.
· Comprobar periódicamente el estado de la grifería, los sanitarios de la casa, y su adecuado funcionamiento. Actuar con brevedad en caso de detectar alguna fuga, por muy pequeña que parezca.
· Cerrar siempre todos los grifos de la casa, sustituir el mal hábito de dejar correr el agua bajo las llaves abiertas.
En el Baño:
· Ducharse en lugar de usar tina, y cerrar siempre el grifo mientras nos enjabonamos. Con esta práctica ahorramos más del 50% del agua consumida en cada duchada.
· En la afeitada: Cerrar el grifo mientras nos afeitamos, e incluso habituarnos a recoger un poco de agua en el lavamanos con el tapón puesto o con un recipiente para enjuagar la afeitadora, en vez de hacerlo bajo la llave y tapón abiertos.
· En el lavado de los dientes: No hay necesidad de dejar abierto el grifo mientras nos cepillamos. Podemos usar un vasito de agua para enjuagarnos la boca. En cada oportunidad ahorramos unos 20 litros de agua.
· Evitar verter en el sanitario residuos de comida, aceites y pequeños objetos cuyo destino es el basurero.
· Evitar la espera de agua caliente con la ducha abierta. Otra opción sería aprovechar y llenar recipientes y utilizarlos luego para múltiples usos (riego, sanitarios, lavados, etc.)
· Sustituir el sistema de descarga de los sanitarios, por el sistema de doble descarga con el que podemos seleccionar entre distintos volúmenes. Con ello logramos un ahorro del 50% del consumo. Otra práctica muy sencilla y eficiente, es la de sumergir una botella llena (de dos litros o más), dentro del tanque del sanitario.
En el lavado de ropa y vajillas:
· Evitar dejar correr el agua mientras fregamos la vajilla a mano, e incluso, inundando una de las fuentes del lavaplatos.
· Utilizar la lavadora y el lavaplatos automático (si se tiene), sólo cuando estén llenos, seleccionar ciclos de lavado más cortos y evitar el prelavado, siempre que sea posible. Con ello, además de agua, ahorramos energía.
En el lavado de Carros:
· Si nos toca el lavado de carros, hacerlo con recipientes y esponja, en vez de usar la manguera (un consumo de 200 lts. o más, por cada 10 minutos de manguera abierta)
Áreas Verdes:
· Si en nuestra casa o edificio, contamos con áreas verdes (grandes consumidoras de agua) necesitamos revisar y cambiar ciertas prácticas de riego: es mucho más efectivo el riego por aspersión o por goteo (con ajustes de caudales), que el uso de mangueras. Regar en las horas de mayor eficiencia (temprano en la mañana, y preferiblemente, en la noche), lo cual disminuye las pérdidas por evaporación en horas de sol (35-40% del agua, aproximadamente)
Y por último, multiplicar las experiencias provechosas, al compartir nuestros buenos hábitos en el uso del agua, con familiares, vecinos y amigos. Sólo a través de la sensibilización ante este grave problema ambiental es como podremos extender el uso más racional del recurso. Con la suma de estos pequeños esfuerzos -individuales y grupales-, podemos adoptar prácticas definitivas de ahorro de agua, que constituyen pasos sencillos y trascendentes en el mejoramiento de nuestra calidad de vida y la del planeta.
Así, cada uno de nosotros aportará gotas beneficiosas para lograr la meta de contar con agua dulce, para todos y para siempre.
Porque todo río es, también, la suma de un sinnúmero de gotas de agua…
POR UNA EDUCACIÓN CONSCIENTE CAPAZ DE TRANSFORMAR AL MUNDO
Cada vez que visito tu blog me nutro de paz. Felicidades
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