Las diferentes demandas del bebé a través de su repertorio de llantos, de que no termina de dormir toda la noche de un tirón, el reclamo natural de atención y cuidado de un niño de 2 años con sus pataletas, sus no quiero, el imperativo de presencia y orientación inherente en los hijos adolescentes que comienzan a tener noviecitos-as o problemas de rendimiento escolar, resultan devoradores y se contradicen con las necesidades de tiempo, atención y energía empeñados por los adultos en el desarrollo del trabajo, la profesión, los negocios… donde la sociedad sí nos da reconocimiento y nos hace visibles y autónomos. Según Laura Gutman, terapeuta familiar y autora argentina experta en maternidad y crianza, ésta es la razón que hace de la maternidad y la paternidad una tarea tan difícil y desgarradora. Por una parte resulta desgarradora para los hijos, quienes casi nunca terminan por recibir el buen trato y la atención suficientes a sus necesidades legítimas (hecho que los lanza hacia el desamparo emocional con los consiguientes problemas de “mala conducta”, violencia, enfermedades y otras manifestaciones de reclamos desplazados de sus necesidades primarias no satisfechas). Por otra parte, resulta desgarradora también para los padres quienes sienten que nunca terminan de encajar en su rol y que muchas veces se encuentran desbordados por la responsabilidad o la culpa.
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Lo sé dedicarse a criar a un hijo es maravilloso.
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