¿Vas de mujer
en mujer? Comes sal para no tener sed. Alejandro Jodorowsky
Hablando sobre conflictos de pareja, cierto amigo inteligente
y consciente dijo alguna vez, "un
niño puede sentirse abandonado de por vida y por todas las mujeres”. Así fue como, en una sola frase,
recogió la impronta del abandono materno grabada a fuego y que, desde un lugar
sin tiempo, se aloja presta a actualizarse y causar toda suerte de accidentes
emocionales llegada la adultez. Salvo, claro está, que se haga lo propio
para reconocer y sanar.
Al escuchar esta desgarradora sentencia me sentí
motivada a escribir mi propia reflexión apoyándome en ideas personales,
experiencias de vida y lecturas (principalmente de la autora Laura
Gutman) como elementos que construyen esta mirada que comparto con
ustedes.
Los niños que nos ocupan en este post, aunque
no lo reconozcan conscientemente, pueden sentirse abandonados incluso por madres
físicamente presentes pero que no se comprometen emocionalmente. Madres que
esperan satisfacer sus propias necesidades infantiles a
través de sus hijos, discapacitadas para
prodigar a raudales e incondicionalmente
cuerpo, brazos, mirada, alimento, el sostén, el respeto y la protección
que estos necesitan, porque nunca lo recibieron de niñas, y por lo
tanto, no encuentran referentes cuando les toca el turno de maternar.
Es muy probable que el hombre que se siente abandonado de por vida y por todas las
mujeres, desde algún lugar inconsciente
espere ser maternado por su pareja, recibir de su pareja sexual o su compañera
de vida el alivio a la tensión y al dolor producto del abandono y la falta de mirada
de una madre sostenedora, nutricia, presente, capaz de conectar con sus
necesidades y con su alma infantil. Posiblemente, cual niño reclamando pecho a
demanda, aún espera siempre la comida caliente y servida, la esposa o la pareja disponible 24x7, (en
continuum como bebé en busca de apego
seguro) para el juego de seducción, para sentirse mirado, admirado y satisfecho…
Pero
ninguna
mujer será suficiente para llenar el vacío, en primer lugar, porque así como él
ya no es un niño real, la esposa, pareja,
novia, amante, amiga… tampoco es la mamá. En segundo lugar, por aquello del
pedido desplazado del que tanto habla Laura Gutman y que consiste en que cuando
una necesidad legítima es expresada a través de otro
reclamo, el pedido original nunca será satisfecho. Es decir, cuando
se necesita madre sostenedora, nutricia, presente, pero se sustituye a
través del pedido compulsivo de mirada, sexo, atención o del cuidado maternal de la pareja o de varias mujeres a la vez, porque es lo que
se aprendió a obtener desplazadamente (sobre todo en sociedades machistas), la
necesidad de contención y afecto nunca será satisfecha.
Por eso insisto en decir que lo difícil no es atender las necesidades de los niños reales
ahora, que lo realmente agobiante es lidiar con un mundo de niños eternamente carenciados dentro de cuerpos
adultos viviendo en desiertos afectivos.
Hoy nos referimos a los niños abandonados buscando el amor
de la madre en cada mujer o en varias mujeres a la vez, discapacitados
para ser parejas maduras y relacionarse desde
el ser adulto erigido sobre emociones conscientes. Varones que sufren atascados a lo largo de sus vidas en
la búsqueda del “amor romántico” y alejados de la posibilidad de madurar hacia el
amor adulto, verdadero. Niños heridos e inseguros, en cuerpos adultos
insaciables, devorando afecto, atención, presencia, mirada, contacto, sin
lograr satisfacerse al margen de cuánto reciban, porque lo que necesitan, lo
que buscan inconscientemente, no es a una mujer, sino a la mamá que no
obtuvieron… y mamá es insustituible.
Ciertamente la misma experiencia de niña eternamente abandonada
ocurre a las mujeres, quienes por muy modernas e independientes que nos
declaremos, a menudo desesperada e inútilmente vamos tras el varón que se
dedique a satisfacer nuestras necesidades infantiles desplazadas. Como dice la
Gutman, “El gran, gran problema, es que ya somos personas adultas. Pero funcionamos
con nuestras necesidades infantiles insatisfechas.” Tal vez va siendo hora de
reconocer que ya hemos crecido, y que por mucho que lo intentemos nadie nos va
a dar el amor que no obtuvimos durante nuestra infancia. ¿La manera de sanar?, en palabras del psiquiatra y maestro Claudio
Naranjo, es forjar la virtud de “permitir que nuestra capacidad amorosa sea
cada vez menos interferida por nuestra necesidades neuróticas”.
Email: conocemimundo@gmail.com
Twitter. @conocemimundo
FB: Conoce Mi Mundo
Que acertada y cierta tu reflexión. Tambien soy fiel lectora de los libros de Laura Gutman y entiendo perfectamente tu plateamiento. Excelente trabajo!!!
ResponderEliminarExcelente trabajo !
ResponderEliminarMuchas gracias. Ojalá contribuya un poco a dar luces para prevenir más desgarros y para hacer aoutorevisión y transformación. En Venezuela la relación de pareja está en grave crisis, hay una marcada tendencia de parte del promedio de los hombres a que sus parejas los "materne", y el hombre venezolano, además, tiende a ser bastante infiel a la pareja.
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