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martes, 15 de mayo de 2012

Día Internacional de la Familia

El modelo "común" de familia hace tiempo dejó de serlo y cada día más, lo común pasa a ser la diversidad de modelos familiares. La estructura familiar madre-padre-hijo-a biológico se convierte en una opción más dentro del universo de modalidades. Familias monoparentales donde por lo regular predomina el binomio madre-hijo-a, familias con parejas del mismo sexo o familias con hijos-as de uniones anteriores más hijos-as de la unión actual, denominadas ensambladas. No se trata de entrar en juicios de valor ni pretendemos definir cuál debe ser el modelo de familia a seguir. Se trata de respetar la diversidad de modelos como una realidad que, lejos de perjudicar, enriquece a la familia como célula de la sociedad. Feliz Día Internacional de La Familia en toda la amplia gama de la diversidad de estructuras y culturas. Que el amor y la conciencia despierta sea el común denominador en todas ellas. 
El tema de la celebración del Día Internacional de la Familia para este año es "Lograr un equilibrio entre el trabajo y la familia". Aprovecho para compartir a continuación un post escrito por mí, para Inspirulina, donde hago reflexión acerca de la importancia de resignificar y rescatar la necesidad de dedicar más tiempo a nuestros hijos.

DEDÍCALE MÁS TIEMPO A TUS HIJOS 

Por Berna Iskandar


El psicoanalista inglés, John Bowlby, pionero en los estudios de la importancia del apego en la crianza, escribió una vez: "La energía que el hombre y la mujer dedican a la producción de bienes materiales aparece cuantificada en todos nuestros índices económicos. Pero la energía que el hombre y la mujer dedican a la producción en sus propios hogares, de niños felices, sanos y seguros de sí mismos, no cuenta para nada en ninguna estadística. Hemos creado un mundo trastornado”.
El padre de la Teoría del Apego, atrapa en un breve párrafo, la esencia del orden social patológico que hemos construido y que impera en el mundo. Un orden integrado por hombres y mujeres que consolidan visibilidad, remuneración económica, reconocimiento e “independencia” en el ámbito exterior (negocios, profesión, estudios, trabajo, deporte, política…) pero que en el interior del hogar, dedicados al cuidado de la familia y la crianza de los hijos, pierden autonomía, se vuelven invisibles y no son remunerados ni compensados económicamente. Según la autora argentina, Laura Gutman, esto explica la razón de que nuestra identidad se encuentre puesta afuera y no ubiquemos el lugar desde donde sentirnos disponibles cuando se trata de atender las demandas legítimas de tiempo y atención que exigen nuestros hijos y que por lo tanto nos desbordan.  
Entre los infinitos recursos construidos para fortalecer un sistema interesado en que vivamos más que nada hacia afuera, aparece el concepto de “tiempo de calidad”, con el cual se pretende compensar el poco tiempo que los padres disponemos para nuestros hijos. 
Tiempo de calidad no sólo implica estar cerca físicamente, si no también conectados, con la escucha activa, la paciencia, el respeto y la empatía que nuestros pequeños necesitan de nosotros y que, ciertamente, son indispensables para prodigarles una crianza saludable. Pero cuidado, el tiempo de calidad sin cantidad de tiempo, no basta. Ninguna tarea importante puede realizarse con éxito, si además de calidad, no le dedicamos también, cantidad de tiempo. Un proyecto de trabajo, una carrera universitaria, requiere mucho de nuestro tiempo. La crianza de nuestros hijos no es la excepción.
Preguntémonos, por ejemplo, ¿se nos ocurriría decirle al jefe que en lo sucesivo trabajaremos dos horas en lugar de ocho a diez horas diarias, porque las dos horas serán tiempo de calidad?.  Entonces, ¿qué es lo que nos hace creer que con nuestros hijos sí se puede?...  
Posiblemente a estas alturas estarán pensando, “Ajá, ¿y cómo quedarnos más tiempo con los hijos si necesitamos trabajar para pagar las cuentas?”. Pues la verdad es que no hay soluciones fáciles, pero soluciones sí hay. El cambio de paradigmas nunca ha gozado de popularidad, al contrario, tiene demanda negativa, genera resistencia porque toca intereses, fibras sensibles y casi siempre hace saltar resortes. Tampoco sus resultados pueden verse a corto plazo, si no en generaciones. Estamos hablando de una transformación profunda de mentalidad, de cultura y de sistema de vida. Se necesitan bríos y ganas de hacerse conscientes en medio de un sistema que arrastra hacia la dirección contraria, hacia los mecanismos de evasión y huida.  Pero tenemos que tomar decisiones, porque de ello depende que regeneremos una sociedad de nidos vacios, desgarrada de violencia, depresión y adicciones, producto de la soledad y el abandono en los que se encuentran nuestros niños y adolescentes. 
Todo esfuerzo y compromiso bien vale la pena, ¿verdad que sí?.
 


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