Video realizado por Louma Sader de www.amormaternal.com
Las rabietas y berrinches constituyen uno de los motivos más
frecuentes de ansiedad y preocupación para los padres. Para intervenir o
acompañar a los pequeños en medio de este trance, existen dos enfoques: el tradicional
que parte del principio de que el niño nos quiere tomar el pelo, manipular,
etc., entonces castigamos, prohibimos, forzamos e ignoramos, y el enfoque
consciente que resignifica los berrinches e invita a aproximarnos desde la
compresión de las causas reales y la intervención respetuosa para el niño. Yo
les voy a hablar sobre la aproximación respetuosa, democrática y flexible que
es la que nos ocupa.
Primero trtatemos de comprender por qué suceden las rabietas y de dilucidar qué es lo que subyace tras un arranque descontrolado de llanto, gritos y pataleos de nuestros pequeños. Para lograr un abordaje respetuoso y no violento, es preciso saber que las rabietas son respuestas propias de un momento evolutivo del niño que, bien entendidas y atendidas, pasarán por sí solas y no tienen porqué prolongarse más allá del tiempo correspondiente.
Primero trtatemos de comprender por qué suceden las rabietas y de dilucidar qué es lo que subyace tras un arranque descontrolado de llanto, gritos y pataleos de nuestros pequeños. Para lograr un abordaje respetuoso y no violento, es preciso saber que las rabietas son respuestas propias de un momento evolutivo del niño que, bien entendidas y atendidas, pasarán por sí solas y no tienen porqué prolongarse más allá del tiempo correspondiente.
Según los expertos, las rabietas comienzan alrededor de los dos
años y deberían desaparecer alrededor de los cinco años. A los dos años el niño
ya ha conseguido avances significativos en su autonomía (comer solo, caminar,
hablar…) y experimenta la significativa transición que entraña el descubrimiento
del “yo”. Se va haciendo consciente de que es un ser distinto a sus padres y
especialmente de la madre, con quien ha sostenido un vínculo de fusión
emocional y dependencia absoluta que la naturaleza, sabiamente, ha previsto en
un principio para garantizar su sobrevivencia.
En este período evolutivo, el pequeño ejercita una serie de respuestas para
consolidar su afirmación como individuo y dar los primeros pasos en el lento y
largo proceso de autonomía. Una de ellas es el famoso “NO”, porque negando a sus padres, el niño se
afirma. Y ojo, es muy importante que nos quede claro: esto no lo hacen para provocarnos o faltarnos respeto, sino como
ejercicio natural de consolidación de su individualidad. Tampoco quiere decir
que el niño, por naturaleza, sea un tirano egoísta. Ya hablamos en un post
anterior, sobre los estudios de la doctora Alison Gopnik y otros científicos que han desmontado la
creencia de que los niños son pequeños tiranos y han demostrado que desde los quince
y dieciocho meses, los pequeños son capaces de ser generosos y empáticos. Es injusto y pernicioso valorar de pequeño tirano
egocéntrico, a un ser humano en
formación, sólo porque atraviesa un período en el que desarrolla la noción del
“yo”, y comienza a dar los primeros pasos hacia la autonomía necesaria para
consolidar la adultez ¿no les parece?. Sería como ponerle a un adulto la
etiqueta de neurótico cuando reacciona de mal humor porque está pasando por
unos días difíciles. Por otra parte, debemos comprender que el pequeño no tiene
los mismos recursos que un adulto para
gestionar y expresar las emociones, que además,
le resultan confusas y angustiantes en un período de cambios evolutivs importantes, por lo cual frecuentemente derivan
en las famosas rabietas.
En la medida en que los padres contengan y acompañen con respeto,
empatía y paciencia, los mismos pequeños irán adquiriendo, paulatina y
naturalmente, la madurez y destrezas
para expresarse y gestionar sus emociones sin berrinches. Llegado el momento
evolutivo correspondiente, estas “explosiones” del ánimo irán quedando atrás.
A continuación comparto diferentes sugerencias que he
recogido de distintsa fuentes y especialistas, sobre el modo respetuoso de prevenir
o en su defecto intervenir las rabietas, cuando estas se presentan.
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Comencemos por insistir en que las rabietas y berrinches se vinculan
a una etapa del proceso evolutivo de los niños (de dos a cinco años) y que desaparecerán
por sí solos toda vez que se manejen adecuadamente. Por lo tanto, los pequeños
no hacen berrinches para manipularnos, ni
lo hacen intencionalmente para provocarnos. Sólo están ejercitando la
consolidación de su individualidad en un período de mucha confusión emocional y
pocas herramientas para resolverla o manifestarla. Tenerlo presente durante una
rabieta, ayudará a que los padres seamos pacientes.
Algo que podemos hacer acerca de los berrinches es tratar de prevenirlos. Generalmente cuando un
niño estalla con una pataleta es porque ya ha intentado expresar alguna
necesidad legitima que no ha sido escuchada o atendida oportunamente. Por
ejemplo, un niño de tres años que acompaña a su madre en la
cola de un banco, puede aburrirse rápidamente por la imposibilidad de jugar,
moverse o explorar, y es muy probable que se canse, sienta sueño o hambre. Si
no prevemos llevar juguetes, algo de comer, dejar que se mueva, etc., podría
sobrevenir un berrinche. También es importante tener expectativas reales acerca
de lo que podemos o no esperar de los pequeños: cuando vamos de compras, podemos
eludir lugares donde se exhiban productos que resulten atractivos (chucherías,
juguetes, etc.). Y como éstas, hay muchas circunstancias predecibles que pueden
evitarse en la medida de lo posible.
Ser flexibles es imprescindible si queremos educar
respetuosamente y prevenir las rabietas. Diariamente, los padres entramos en guerra
con nuestros hijos. Guerras perfectamente evitables si les permitimos elegir la ropa que van a usar o si se quieren bañar
primero y comer después o viceversa, en lugar de imponer una orden porque “soy
tu mamá y se hace como yo lo digo”. Tratemos de evaluar un poco: ¿lo que nuestro pequeño nos pide realmente pone
en riesgo su sano desarrollo o su seguridad? De no ser así (les aseguro que el noventa
por ciento de las veces no lo es) ¿por qué no complacerlo?. Pensemos también, que ofrecer opciones y
permitir que los pequeños tomen decisiones y elijan por sí mismos, además de
que les hará sentirse empoderados (necesidad
del momento evolutivo que atraviesan) les enseñará a ser niños y adultos con criterio
y capacidad para tomar buenas decisiones, en lugar de seres sumisos o
ciegamente obedientes.
Ignorar, castigar o forzar al pequeño, no son aproximaciones
respetuosas frente a las rabietas. Acompañar, abrazar y contener, sí lo
son. Compresión, es lo que los niños siempre
necesitan de sus padres, mucho más en un momento de rabia, dolor y confusión como el que experimentan en
una rabieta. Deslastrarnos de la presión del qué dirán y mantenernos a su lado
dispuestos a contener, agacharnos a su altura, explicarle que comprendemos su
enojo, pero que necesitamos tranquilizarnos para poder escucharnos y resolver
la situación, permitir que el niño se desahogue observando el momento oportuno para
abrazarlo, son modos respetuosos y saludables de atravesar estos episodios.
Luego, cuando estemos todos más calmados, informamos y explicamos al pequeño lo
que esperamos de su comportamiento.
Mantén en perspectiva que cuando un niño manifiesta “mal
comportamiento” o acciones que llaman nuestra atención, es cuando más necesita
amor, consuelo y compresión de sus padres.
Para escuchar esta emisión ampliada sobre berrinches y rabietas, pulsa el player
Entrevista sobre aproximación respetuosa a los berrinches con Louma Sader creadora de Amor Maternal desde Barcelona España
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Resignificar rabietas y berrinches. Por Berna Iskandar. Vía Inspirulina
Manejo respetuoso de rabietas y berrinches. Por Berna Iskandar. Vía Inspirulina
Email: conocemimundo@gmail.com
Twitter. @conocemimundo
FB: Conoce Mi Mundo
Muchas gracias!! Lo comparto e inmediato!! Es súper acertado y útil!!
ResponderEliminarComo actuamos cuando conocemos bien el origen de la rabieta, ejemplo, quiere un caramelo, le doy un caramelo, así hasta 4 caramelos, al quinto le digo que no y empieza otra rabieta... que hacemos, como lo manejamos?
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