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Bésales
mucho.
Entrevista al
pediatra Carlos González
Por Berna
Iskandar.
Quienes conocen mi trabajo saben que el Doctor Carlos González es un experto al que admiro mucho y a quien
frecuentemente cito y recomiendo. Cuando
vino a Caracas por primera vez para las
también Primeras Jornadas
Internacionales de Lactancia Materna, Alimentación Infantil y Crianza, organizadas
por La
liga de La Leche Venezuela, no pude perder la oportunidad de
entrevistarlo. Y así fue como en una escapada entre conferencia y
conferencia, sucedió el encuentro con el
admirado y reputado pediatra español, miembro del Consejo de Asesores de Salud
de La Liga de la Leche Internacional, fundador y presidente de la Asociación
Catalana Pro Lactancia Materna, autor del bestseller “Bésame Mucho” entre otros libros
importantes que defienden la crianza respetuosa, el colecho, la lactancia y que
han constituido portales de regreso, para muchos padres y madres, hacia prácticas
de crianza humanizada. Un pediatra que no escatima a la hora de recetar a
los padres besar mucho a sus hijos, cargarlos, consentirlos y dormirlos a
pecho. Un ser humano fuera de serie, encantador, amable, cercano, sencillo, de
humor genial y chispeante con el que nos hace destornillar de risa al tiempo que
derrumba los mitos de la crianza. La entrevista original fue hecha para mi
programa de radio “Conoce Mi Mundo”, cuya transcripción comparto a continuación. Espero que la disfruten tanto como yo la disfruté.
BI: ¡Bienvenido Doctor Carlos González!
CG: ¡Hola,
buenos días! Encantado.
BI: Doctor,
¿cree usted que en general, estamos bien informados los adultos, los padres y
las madres, en relación a lo que nuestros hijos realmente necesitan, o circula
mucha información errada sobre lo que los niños requieren en cada momento
evolutivo que atraviesan?
CG: Probablemente
en el aspecto físico sí les estamos dando lo que necesitan, pero en el aspecto
emocional no siempre, porque todo el mundo comprende que los niños tienen que
comer, no todo el mundo da el pecho, pero quien no lo da procura dar otra cosa
en su lugar, pero el niño no se queda sin comer. En cambio en el aspecto
emocional, hay gente que no comprende que los niños necesitan estar en brazos,
necesitan atención constante, necesitan cariño, que les duerman en brazos,
necesitan estar con sus padres día y noche. Y a veces no sólo no les damos lo
que necesitan sino que los dejamos sin ningún sustituto. Creemos que los niños pueden quedarse solos
en una habitación sin que nadie les mime, sin que nadie les tome en brazos y
los niños no pueden. Nos necesitan constantemente.
BI: A propósito de esto, doctor ¿qué opina de los
métodos conductistas de crianza que proponen entrenar a los niños para que
duerman solos de un tirón toda la noche,
de establecer horarios para pegarlos al pecho o alimentarlos, y del marcado
interés por parte de los padres sobre el tema de disciplina, imponer reglas y
autoridad?
CG:
Precisamente me preguntaba una madre sobre esto de si tenía que entrenar a su
bebé para que durmiera. A ver, claro que le tiene que entrenar ¿y cómo se
entrena a un bebé para que duerma? Pues se le pone en la cama con los padres y,
cada vez que se despierta, se le da el
pecho. Y de esa manera el bebé se duerme
y se le está entrenando para dormir. Pero hay gente que lo que hace es dejar
llorar al niño. Si le dejas llorar, le
estás entrenando para llorar. Está clarísimo. ¿Cómo duermen los niños? Todo el
mundo sabe como duermen los niños: les das teta, los coges en brazos, les
cantas, les meces y se duermen. Pues eso es lo que hay que hacer para que los
niños duerman.
BI: ¿Y entonces, qué es lo que pasa ? ¿Por que los
papás y las mamás de estas épocas no lo comprendemos?
CG: Yo pienso
que lo que ocurre es que los padres sí que quieren hacer eso, pero que no se
atreven porque algunos expertos o algunos libros les han dicho que está
prohibido. Yo me he encontrado muchísimas veces en España, padres (sobre todo
al principio, en el embarazo o cuando el niño es pequeño) que si les explico
que pueden coger a su niño en brazos
siempre que quieran, que pueden meterlo en la cama con ellos, que pueden
dormirlo en el pecho, se sienten felices. Dicen, “¡ah!, menos mal, nosotros
pensábamos que no se podía, que se iba a
malcriar, que iba a tener problemas de sueño, que hacíamos mal. Menos mal que sí que podemos…” Muchísimas madres dicen: “ yo le cogería en
brazos, pero no lo hago para que no se malcríe”. Nunca he oído la frase
contraria, nunca he oído a una madre con su hijo en brazos decir “yo le dejaría
llorar, pero le cojo en brazos para que
no tenga un trauma psicológico”... La madre que coge al niño en brazos no
necesita justificarse en que alguien le ha dicho “cógelo en brazos”. Es que es
lo que tenía ganas de hacer. Pero claro, no sé porqué motivos exactamente ha
habido ciertos expertos que se han dedicado a prohibirlo. Y te prohíben
precisamente las cosas más agradables. Nadie te dice “no le laves ni le
planches la ropa a tu bebé, que se acostumbra y estarás treinta años lavando y
planchando”. Nadie te dice “no le friegues la habitación que luego querrá que
se la friegues toda la vida”. Todo lo
que es trabajo, lo puedes hacer: puedes cocinar, puedes fregar, puedes comprar,
puedes planchar… Ahora, cuando llega la hora de divertirse, de cogerlo en brazos, de cantarle canciones…
Para eso tenemos a los hijos ¿no?, para disfrutarlos. Si no , ¿para que tenemos
a los hijos? ¿para poder lanchar más ropa?
BI: Quizás
esto se vincule a la predisposición cultural de reprimir el placer
CG: Como
aquello que dicen: que todas las cosas buenas o producen caries o engordan. Afortunadamente, disfrutar de tus hijos,
cogerles en brazos y cantarles canciones , ni produce caries ni engorda.
Aprovechen eso. Es un placer permitido. Hace felices a los padres y hace
felices a los hijos. Es que en eso consiste tener hijos, en lo bien que te lo
pases con ellos y en lo bien que se lo pasan ellos contigo.
BI: Desde su voz de experto y defensor de estos
temas, nos gustaría que nos explique ¿qué es todo esto de la crianza de apego,
la crianza natural, respetuosa que cada
vez se escucha con más fuerza?
CG: Bueno pues,
se trata de hacer lo que te sale de adentro hacer, lo que has hecho toda la
vida. Es decir, ¿qué haces cuando tu hijo llora?, lo consuelas. ¿Qué haces
cuando tu hijo se despierta?, pues lo metes en la cama contigo, lo abrazas y se
vuelve a dormir. No es una cosa tan difícil, hasta las gatas que cuidan de sus
gatitos lo saben hacer. No hace falta leer ningún libro ni oír programas de
radio para aprender a hacer eso. Desgraciadamente hace falta leer libros y oír
programas de radio para que aquellos padres que han oído consejos erróneos
sobre el tema y que les han hecho creer que eso es malo, se den cuenta de que
no es malo ni está prohibido. Al que no
le han dicho nada, no necesita que le informen de esto. Espontáneamente lo hacían nuestras bisabuelas y tatarabuelas.
Siempre se ha hecho. Querer a tus hijos,
cuidarlos, llevarles en brazos, cantarles canciones de cuna. Brahms componía
canciones de cuna. Es que ahora nos quieren hacer creer que antes con los niños,
había mucha disciplina, y que somos nosotros los que los estamos
malcriando, que les estamos
consintiendo. Es todo lo contrario. Yo empecé
la escuela a los cinco años. Como
la mayoría de los niños de mi generación, y ya era pronto. Busquen las
biografías de los grandes hombres de la antigüedad. ¿Es que acaso Napoleón
Bonaparte empezó la escuela antes de los siete? Los niños estaban muchísimo más
tiempo con sus padres antiguamente. Si algo diferencia a los niños de
principios del siglo XXI, de los niños de hace cien años o de hace quinientos
años, no es el estar más consentidos, más mimados y tener de todo. A ver, tendrán los niños mayores más
juguetes, porque tenemos otro nivel de vida y porque los chinos fabrican
juguetes muy baratos, pero los niños pequeños no quieren juguetes. Un niño de
cuatro meses o un niño de dos años no se despierta a media noche diciendo
“mamá, mamá, cómprame la PlayStation, mamá cómprame la PlayStation … hasta que
no me compres la PlayStation no me duermo…”
No. Siempre te piden lo mismo: te piden brazos, te piden atención, te
piden estar contigo.
La generación
actual de niños es la que menos ha estado con sus padres en toda la historia de
la humanidad. Nunca antes, los niños habían empezado la escolarización tan
pronto. Muchos a los cuatro meses ya están yendo a una guardería. Nunca antes
había habido tal porcentaje de niños que se quedase a comer en un comedor escolar.
Yo no comí en un comedor escolar hasta la universidad. Yo iba a mi casa a comer con mi mamá. Nunca
antes había habido tantos niños que incluso al salir de la guardería o de la
escuela todavía les falta una actividad. Todavía tienen que hacer o natación o
gimnasia o piano o inglés o lo que sea,
para aumentar más todavía los horarios, y
no nos damos cuenta de que los niños lo
que necesitan es a sus padres.
BI: Entonces, ¿cómo hacer en esta vida moderna que tiene
más de moderna que de vida -como dice Mafalda- cuando los
padres tienen que separarse de sus hijos a lo largo de ocho, diez o más horas diarias, tragados por el
mundo laboral en detrimento de la crianza? ¿Cuál es la alternativa o la
propuesta? Porque se trata de todo un sistema que hay que desmontar y cambiar
para ajustarlo a formas más amables, capaces de ofrecer a los pequeños lo que
realmente necesitan que es cuerpo y presencia materna, paterna, mirada, acompañamiento, consuelo…
CG: Pues es
aquello de vivir como pensamos o acabaremos pensando como vivimos. Hay que
tomar decisiones. Este sistema que estamos llevando no es bueno. Nos impide cuidar
como deseamos de nuestros propios hijos. Cuando la función principal de
cualquier especie animal es la reproducción, mantener la especie, criar a sus
hijos…
Mi madre no
trabajaba fuera de casa, y eso significa que vivíamos todos con el sueldo de mi
padre, que no tenía un gran empleo, que no tenía estudios, que empezó a
trabajar a los quince años, y con su sueldo vivíamos todos y tres hermanos fuimos a la
universidad. ¿Que las mujeres quieren trabajar también?, pues me parece
magnífico, pero entonces lo lógico es que si antes trabajaba sólo el padre y
trabajaba ocho horas, pues entonces que ahora trabaje cuatro horas cada
uno. Resulta que mi padre, trabajando
cuarenta y dos horas por semana mantuvo una familia y la mantuvo con dignidad,
y ahora para mantener una familia, a veces más pequeña, hacen falta ochenta
horas de trabajo, cuarenta del padre y cuarenta la madre. Nos han estafado en
este camino. Y al mismo tiempo, en España, tenemos cinco millones de parados.
Es decir, no necesitamos trabajar más horas, porque lo que sobran son
trabajadores. Entonces la cosa es tan sencilla como trabajar un poco menos, cobrar
todos un poco menos, consumir todos un poco menos, vivir de otra manera... quizás
más similar a como vivieron nuestros padres… Mis padres nos llevaron a la
universidad, pero no teníamos coche (carro).
BI: Pero
ciertamente habrá que encontrar más alternativas de conciliación laboral
familiar o ayudas sociales o respaldo de la “tribu” para las familias
monoparentales donde la madre no tiene más opción que salir a trabajar la
jornada completa o de lo contrario en casa no se come. Y hablando de alternar entre madre y padre el tiempo
dedicado al cuidado de los hijos ¿Cuál cree usted que debe ser el papel del
padre moderno en la crianza?
CG: El que ha sido siempre, cuidar a su hijo, estar con él. Es que
se ha hecho siempre. No nos podemos creer ese mito de que los padres no hacían
más que estar en la taberna emborrachándose y no se ocupaban de los niños. Los
padres han cuidado a sus hijos, los han lavado, los han llevado a pasear, los
han llevado al parque. Lo que no puede hacer el padre es darle el pecho, y como
los niños pequeños se pasan casi todo el rato mamando, lo que difícilmente puede hacer es ocuparse
del bebé. El bebé recae más en manos de la madre, pero no falta trabajo. Hay
que lavar la ropa, el padre tiene muchas cosas que hacer y hay ratos en que el
bebé no está mamando y lo tiene que coger en brazos igualmente porque la madre
se tiene que duchar. A medida que el bebé crece, como ya no necesita todo el
rato el pecho, el padre puede intervenir mucho más. A los niños y a las niñas,
les encanta que su papá les cuente cuentos, que su papá les lleve al parque,
les lleve de paseo, les encanta que su papá les ayude a hacer dibujos, a montar bloques de construcción… simplemente
es disfrutar de los hijos.
BI: Doctor, en todos los ámbitos donde me he movido,
he escuchado de todo tipo de personas, sean padres, docentes, profesionales como pediatras, jueces,
psicólogos, incluso eminencias reputadas de la ética, filósofos en cátedras
universitarias… referirse a los niños con frases como “los niños son como
animalitos”, “niño no es gente” , “los niños no entienden”, “el niño es
básicamente malo, es un tirano al que hay que doblegar con métodos punitivos de
crianza para que comprenda y se civilice”.
¿Qué opina usted sobre esta visión de la infancia?
CG: Pero, ¿de verdad hay catedráticos tan brutos
para decir esas cosas?... ¿Cómo podemos pensar que un niño de dos años está
haciendo el mal? ... Yo les recomiendo un libro que se llama The Philosophical
Baby. Lo han traducido al español como El Bebé Filosófico
(El Filósofo en Pañales) de la doctora Alison Gopnik. Este es un libro muy
bueno, hecho por una gran científica que explica sus propias investigaciones y
las de otros, sobre el desarrollo de la personalidad, de la conciencia, la
mente en el niño y explica cómo los niños desarrollan espontáneamente su propia
ética. Por ejemplo, a un niño de catorce meses le enseñan un
plato en el que hay coliflor, y un plato en el que hay galletitas. Lógicamente
los niños opinan que las galletitas son mejores. Entonces, entra una persona
adulta desconocida que agarra la coliflor se la lleva a la boca y dice:
“¡mmmm!, qué buena…”. Luego agarra una galletita, se la lleva a la boca y dice:
“¡buuuak! , qué asco…”. Después, esa misma persona, le pide al niño que le dé
algo, le pone la mano y le dice: “¿me das?”.
Los niños de catorce meses le dan una galletita, pero los niños de
dieciocho meses, le dan una
coliflor. Es decir, los niños de catorce meses ya son generosos. Son capaces de
darle a un desconocido, lo que a ellos más les gusta. Pero los niños de
dieciocho meses, además de generosidad, tienen empatía. Es decir, son capaces
de comprender que a otra persona no le gusta lo mismo que le gusta a ellos. Entonces
en vez de darle lo que creen que es mejor (la galleta) le dan lo que han visto
que le gusta, que es la coliflor. Eso lo hacen a los dieciocho meses y luego
nos quieren hacer creer que son malos.
BI: Eso pasa.
Qué bueno que lo diga usted, porque estoy segura de que le van a creer mucho
más que a mi (risas). Doctor, yo digo,
“que levante la mano quien esté de acuerdo con el maltrato infantil”, y nadie la levanta. Obviamente. Pero luego cuando digo, “ahora, por favor,
que levante la mano quien esté de acuerdo con la nalgada a tiempo para
disciplinar”, más del sesenta por ciento
del auditorio apoya la moción. Así
suelen iniciar las charlas sobre crianza libre de violencia que dicto en
Venezuela. Sin duda, una prueba de ácido infalible para poner en relieve la
visión sobre la infancia que sostienen determinados colectivos. ¿Qué tiene
usted que decir a estos padres y adultos quienes aún piensan que el azote, el
cachete, la nalgada… son vías o herramientas para educar a los niños?
CG: A ver, en
España está prohibido por la ley, y recuerdo cuando se prohibió (porque antes
no estaba prohibido) el espanto de algunos. Recuerdo que hasta me entrevistaron
en alguna emisora de radio, porque era como la polémica del día, y la gente
a favor o en contra de que se pueda pegar a los niños. Había gente diciendo,
“¿cómo puede el Estado meterse en estas cosas, qué derecho tiene el gobierno de
inmiscuirse en la vida de las familias y decirte cómo puedes educar o no educar
a los hijos? Yo les dije, “tienen ustedes mucha razón, porque empiezan
prohibiéndote que pegues a tu hijo y, al final, es que no podrás pegar ni a la
esposa”… A ver, ¿nos parecería normal pegar a la esposa o pegar al marido o
pegar a un empleado o pegar a un camarero que nos ha servido mal? No pegamos a
nadie. Al menos las personas civilizadas no pegan nunca a nadie. ¿Cómo puedes
pegar precisamente a los niños, a los
seres más débiles y que más merecen tu respeto y tu protección…? Y precisamente
a tu propio hijo, cuando eres tú quien
le tienes que proteger.
BI: Doctor, somos los adultos muy rápidos y creativos para
producir argumentos que quitan legitimidad a las necesidades de los niños y las
degradan a la categoría de capricho o
manipulación. ¿Por qué si un niño llora pidiendo brazos, si tiene una pataleta
porque se siente frustrado y no cuenta con otros recursos para expresar su
frustración, de inmediato calificamos al niño como malcriado y no atendemos lo
que hay detrás de ese llanto o esa pataleta? ¿Cuáles son las necesidades
legítimas de los niños?
CG: Todas son legítimas. Los niños pequeños no
tienen cuentos, sólo te piden lo que necesitan. La prueba es esta: ¿Qué te
piden cuando lloran?, no hay un niño que se despierte a las tres de la
madrugada y te pida que le compres la bicicleta o que le compres el video
juego, y luego se dormirá. Al contrario. Si tu hijo de dos años se despierta
por la noche y tú vas y le dices: “hijo
mío, si ahora te quedas en la cama y te estás calladito y no lloras más, mañana
te compro la bicicleta”. A qué no funciona. Si el niño tiene edad suficiente
para entender todo el razonamiento,
igual hace un esfuerzo, pero como no aguantará más de dos minutos, luego
llorará el doble porque no están sus
padres y los está llamando como siempre, y además llora de rabia porque se ha dado
cuenta de que se ha perdido la bicicleta. Pero no lo puede evitar. No puedes comprarle con dinero o con
juguetes lo que necesita, porque lo único que quiere es estar contigo. Y
además de manera totalmente desinteresada. No solamente quieren estar con sus
padres los niños que tienen unos progenitores maravillosos, extraordinariamente
cariñosos, que se han pasado horas estando con ellos y jugando con ellos. No.
Incluso los niños con padres que gritan, que dan nalgadas, que dejan llorar al
niño, siguen llamando a esos padres. Los quieren con locura. Los niños no nos
piden que seamos buenos, nos quieren por el simple hecho de que seamos sus
padres. Hagamos lo que hagamos nos van a querer. Pues tomemos ejemplo, y
queramos a nuestros hijos, hagan lo que hagan, como ellos nos quieren a
nosotros.
BI: Bella su reflexión, doctor. Estoy segura de que
a muchos les tocará el corazón. Es nuestra intención, y ojalá así sea porque
los despropósitos que vemos a diario en el trato de los adultos hacia los niños,
no son pocos ni constituyen un problema menor. Doctor González, para cerrar y agradeciendo su
generosidad al regalarnos el espléndido tiempo y acercarse hasta los micrófonos
de Conoce Mi Mundo para darnos esta entrevista exclusiva, en medio de las
Primeras Jornadas de Alimentación Infantil y Crianza organizadas por La Liga
Internacional de La Leche Venezuela, ¿qué recomendación final nos deja a sus
seguidores, lectores y oyentes del programa?... Por cierto, Doctor, ¿además de sus
libros, entrevistas, artículos y videos
publicados en distintos sitios de la Web, tiene usted algún sitio oficial en
Internet o redes sociales como Twitter o Facebook?
CG: ¡Dios me
libre!
BI: (risas) ¿Ni piensa hacerlo?
CG: ¡Ni pienso
hacerlo!
BI: ¡Ah! ¡Qué lástima!
CG: Página Web
no sé, pero desde luego cuenta en Twitter, no. Porque cuando ves a la gente con su
telefonito enviando y recibiendo cosas, en vez de hablar con el que tiene al
lado… Al principio Internet te abría nuevos mundos, pero ahora te los está
cerrando. Están viviendo en la realidad virtual. Quedas con un amigo, y en vez
de hablar con el amigo con el que has quedado,
estás todo el rato con el teléfono quedando con otro amigo, al que
cuando veas, no hablarás porque estás quedando con el tercer amigo… Disfruta el
momento en el que estás, en lugar de estar perdido en Internet. Y sobre el
consejo o recomendación final que me pedía para los padres, yo diría lo mismo:
que disfruten de sus hijos ahora. Que se olviden del futuro, de hacer tal cosa
para conseguir tal otra. Disfruta a tu hijo ahora, tienes un niño, es un bebé,
¿no has visto lo mono que es?, ¿no has visto cómo sonríe, cómo se le cae la
baba? , ¿no has visto que te tapas la cara, le dices “cocuy” y el niño ya está
feliz como si lo hubieras llevado a Disneylandia?
Pues, disfrútalo ahora, que es cuando puedes…
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