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jueves, 14 de febrero de 2013

Liberación femenina y maternidad


Diputada Licia Ronzulli, en sesión plenaria con su hija en brazos

“La mujer venezolana actual que haya leído ‘Ifigenia’ de Teresa de La Parra, debería caer al suelo de rodillas dando gracias a Dios por haber nacido cincuenta años después … que antes era impensable ver a una mujer estudiando en una universidad o trabajando fuera de casa, pero hoy, mujer con suiche en la cartera y chequera quince y último es prácticamente ingobernable”. Todavía recuerdo vivamente este ocurrente comentario que escuché hace un montón de años en una conferencia sobre las fortalezas del venezolano dictada por el profesor y sociólogo, Antonio Cova Maduro, quien de algún modo lleva mucha razón. Si las mujeres actuales –las venezolanas y las del mundo occidentalizado-  hacemos una mirada retrospectiva, no tendríamos que desplazarnos muchas generaciones atrás. Con situarnos en los tiempos de nuestras abuelas o bisabuelas, nos bastaría para comprender que hoy, no precisamente gracias a Dios, como exclamaba el profesor Cova Maduro,  sino gracias a la lucha de las primeras feministas, ingresamos cotidianamente a territorios y gozamos de derechos y privilegios, antes restringidos a los hombres.
Sin embargo no todo lo que brilla es oro. En el afán de lograr un orden más justo, las mujeres confundimos nuestra liberación con el objetivo de parecernos a los hombres. Así fuimos ganando espacios y derechos bajo el mismo orden masculino patriarcal, jerárquico y competitivo, en lugar de situarnos dentro de un esquema más cooperativo, horizontal, dando cabida y reconocimiento a nuestra propia esencia femenina, nuestros propios ritmos biológicos y necesidades peculiares.
Hoy día las mujeres asalariadas, profesionales, empresarias… que conquistamos una identidad en el mundo exterior,  ciertamente podríamos describirnos como liberadas y modernas, pero el drama es que sentimos que dejamos de serlo en la medida en que decidimos dedicarnos a la maternidad y la crianza de los hijos. Son infinitas las crisis, angustias, confusiones y conflictos que afectan a la mujer contemporánea frente a la decisión de criar o salir a trabajar. Al igual que en los tiempos de las abuelas, la maternidad sigue siendo, hoy,  sinónimo de enclavarse en la desvalorización social y la sujeción.   Fue así antes y es así ahora porque hemos estado y seguimos organizadas bajo el mismo esquema patriarcal, de modo que disfrutamos de dichas libertades y derechos   solo en la medida en que ingresamos al territorio masculino. Mujer que decide parir y criar a tiempo completo o con mayor dedicación, ingresa proporcionalmente a la sombra. ¿Les parece que esto pueda llamarse liberación femenina?
A mí no me salen las cuentas cuando registro que ganar autonomía, identidad, reconocimiento social supone plegarnos a los ritmos del hombre y competir bajo las reglas de juego creadas por la supremacía masculina.  Nos recargamos de exigencias laborales, profesionales y domésticas en comparación con los varones que no terminan de asumir las tareas del hogar como parte de su responsabilidad (todavía abundan Pedros Picapiedra que llegan a casa preguntando qué hay para cenar en lugar de preguntar qué hacemos para cenar), nos estorba la menstruación, nos alejamos prematuramente de los hijos para regresar a un medio laboral concebido y organizado por y para varones, fagocitadas en un lugar y un sistema productivo distante e incompatible con el maternaje.
Es hora ya de plantearnos que la conquista de una genuina liberación femenina debe entrañar el reconocimiento y apoyo social al ejercicio pleno de la maternidad. Integrar la función materna  a tiempo completo, si así lo decide la mujer, como tarea remunerada, protegida, respetada, valorada y reconocida socialmente, eso es liberación.
Ciertamente hay que honrar a nuestras ancestras quienes impulsaron el movimiento de nuestros derechos civiles y a quienes debemos el hecho de que hoy votemos, vayamos a la universidad y disfrutemos del acceso a espacios antes reservados al género masculino. Pero es el momento de abrirse a una nueva conciencia donde la liberación femenina sea concebida en un orden social alternativo, fuera de la estructura jerárquica y competitiva impuesta por el patriarcado,   con propuestas distintas  al orden productivo diseñado por y para hombres que no condice con los ritmos femeninos cíclicos, ni con las necesidades de la mujer que concibe, que pare, que amamanta y que cría a sus hijos.    
Twitter. @conocemimundo

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