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lunes, 15 de abril de 2013

Dime qué tipo de crianza aplicas y te diré qué sistema de gobierno fortaleces

 
“Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”
Carl G. Jung
Dime qué tipo de crianza aplicas y te diré qué sistema de gobierno fortaleces. Esta frase que podría considerarse un sustrato de la pedagogía negra estudiada por la gran Alice Miller, la repito a menudo a través de todos los medios de difusión a mi alcance como también he hablado y escrito a menudo sobre esta autora y su libro “Por tu propio bien” en el cual analiza descarnadamente los principios de este sistema de crianza y educación, y el modo en que a partir de él se han diseñado métodos sistemáticos de tortura psicológica y física para reprimir la vitalidad infantil con el objeto de que los niños se conviertan en súbditos ciegamente obedientes de la autoridad adulta y sobre cómo a estos métodos los hemos llamado “educación”. 
 Nos demuestra Alice Miller cómo el maltrato y abuso infantil contenidos en los sistemas educativos basados en la pedagogía negra (aún vigentes y hegemónicos), se constituyen en la causa de las enfermedades psíquicas, y de toda clase de violencia subjetiva y social, además  de abonar el terreno para el sometimiento ulterior del individuo ante líderes autoritarios y violentos, tal y como sucedió con el fenómeno de las masas que siguieron ciegamente y votaron por Hitler en la Alemania Nazi.   
Resultó que recientemente me tocó caer en las fauces del monstruo burocrático e ineficiente del sistema de seguridad social venezolano. Así que durante horas de aciagas colas aproveché para releer este revelador y a la vez estremecedor libro "Por Tu Propio Bien", de  Alice Miller. Me reencontré con varios textos  que me llamaron especialmente la atención habida cuenta de los días que discurren en mi país, Venezuela, y decidí compartirlos en este post.  
Dice la Miller refiriéndose al fenómeno de las masas educadas o criadas bajo los esquemas de la pedagogía negra que terminaron por seguir ciegamente a Hitler, lo siguiente: 
“El entusiasmo por Hitler no sólo es comprensible por las promesas que había hecho (¿quién no hace promesas en vísperas de elecciones?), no sólo se explica por el contenido, sino por la forma en que fueron ofrecidas. Era precisamente la gesticulación teatral –ridícula para un extranjero-  lo que les resultaba tan familiar a esas masas y, por consiguiente, ejercía sobre ellas un poder de sugestión tan grande. Todo niño pequeño está sujeto a este tipo de sugestión cuando su querido, grande y admirado padre habla con él. Lo que éste diga carece de importancia: lo importante es en qué forma habla. Cuanto más se magnifique, tanto más será admirado, sobre todo por un niño educado según los principios de la pedagogía negra. Cuando el severo, distante e inaccesible padre condesciende por una vez a hablar con el niño, tiene lugar, sin duda,  una gran fiesta, y todos los sacrificios altruistas serán  insuficientes para merecer ese honor. Un niño bien educado jamás podrá darse cuenta de que aquel padre, aquel hombre enorme e imponente, podría según qué circunstancias, ser una persona sedienta de poder , nada honesta y, en el fondo, insegura. Y la cosa sigue: un niño así no podrá aprender nada de esas circunstancias, ya que su capacidad de aprendizaje está bloqueada por la obediencia tempranamente impuesta y la supresión de los propios sentimientos. “
Sigue Alice Miller con los crudamente esclarecedores análisis acerca del modo en que la crianza represiva y violenta, reproduce individuos perfectos para constituir las masas  ciegamente obedientes a los líderes autoritarios, incluso genocidas,  sin que sean capaces de registrar la gravedad implicada en tales barbaries.  
“Así pues, cuando aparece un hombre y comienza a hablar y a comportarse como el propio padre, hasta el individuo adulto olvidará sus derechos democráticos o no se dará cuenta de ellos, se someterá a aquel hombre, lo aclamará, se dejará manipular por él, depositará en él su confianza y, por último, se entregará a él sin reservas y no será consciente de su esclavitud, como no somos conscientes de todo cuanto signifique una prolongación de nuestra propia infancia.” 
Entre otros extractos del libro "Por Tu Propio Bien", de la gran Alice Miller referido a la secuela de los mecanismos de  sumisión total de los niños a la voluntad de los adultos,  que se basan en los principios de la pedagogía negra y se reflejan en el sometimiento ulterior a líderes políticos autoritarios, me encontré con estas citas que hace la autora a un miembro prominente del Partido Nazi:   
“La situación aquí descrita es realmente la de un niño pequeño frente a su padre autoritario. Göring admitía públicamente: ‘No soy yo quien vivo, sino Hitler quien vive en mí’ (…) Herman Göring decía: ‘Si el cristianismo católico está convencido de que el Papa es infalible en todo lo relacionado con la religión y la moral, nosotros, los nacionalistas, proclamamos con la misma convicción íntima que, también para nosotros, el Fürhrer es absolutamente infalible en todo lo relacionado con la política y las demás cosas vinculadas al interés social y nacional del pueblo… Es una bendición para  Alemania que en la persona de Hitler se haya consumado la fusión del más agudo pensador lógico y filósofo realmente profundo con un férreo hombre de acción, tenaz hasta el extremo.’  O bien: ‘Quien quiera que conozca las circunstancias en que vivimos… sabrá que cada uno de nosotros posee exactamente el grado de poder que el Führer desea otorgarle. Y sólo con el Führer y manteniéndonos detrás de él seremos realmente poderosos y tendremos en nuestra mano los grandes medios de poder del Estado. Pero actuar  contra su voluntad o simplemente sin que él lo desee, supondría perder en el acto todo nuestro poder. Una palabra del Führer, y aquel a quien el quiera eliminar perecerá. Su prestigio y su autoridad son ilimitados…’"
Viene al caso compartir también la siguiente reflexión recogida  de una conversación reciente  con el psicoanalista Antonio Pignatiello, en mi programa de radio sobre paternidades, sus lugares y relatos.  Palabras más, palabras menos, en un intento de explicar el modelo de padre que hemos interiorizado hegemónicamente surgió el modelo paternal construido dentro del esquema identitario ferozmente patriarcal, jerárquico, autoritario, el de la figura todo poderosa que habla y se impone, que ordena y todos obedecen, que básica y exclusivamente sirve para proveer bienestar económico, el de la figura ausente o lejana emocionalmente que, como dice la Miller, cuando por fin nos nombra o nos mira condescendiente hace de la vida una fiesta.
      
Nada más que agregar salvo que dejo abierto el espacio para hacernos preguntas.


Twitter. @conocemimundo






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