Desde que el ser humano pobló este mundo, la manera natural de
alimentar al bebé de nuestra especie era dando la teta, hasta que surgió la
industrialización de la leche y con ella la popularización de los teteros, con
lo cual dar el pecho se convirtió en una práctica poco común. Así mismo los
bebés humanos se calmaban en brazos o se
porteaban todo el tiempo en pareos o fulares, pegados al cuerpo de mamá, hasta que surge la novedad histórica de cochecitos,
sillitas eléctricas de esas que vibran o se mecen, entre otros artilugios o
sustitutos del cuerpo materno. Siempre había sido el pecho de la madre lo que
calmaba la necesidad de succión (por hambre o consuelo) de los niños hasta que
se destetaban naturalmente a una edad en que ya no necesitaban llevarse ni
dedos ni otros objetos a la boca para sentir seguridad. Pero un día se inventa
el chupón o “pacifier” (pacificador), que luego pasó a ser tan popular y recomendado
por médicos y otros profesionales de salud, como un sustituto del pecho materno.
Todos estos cambios normalizaron el hecho de que los niños,
buscando el consuelo que dejaron de obtener con la teta o el cuerpo de la madre,
desarrollen dependencia al chupón, chupete o en su defecto al dedo, con lo cual
las mismas personas que recomiendan o eligen tetero y chupón -a determinada
edad del niño cuando ya se ha arraigado el hábito- son los que comienzan a
presionar para quitarlo, muchas veces recurriendo a métodos bruscos, represivos
que provocan sufrimiento a la criatura.
Muy a menudo, mamás y papás me manifiestan su angustia
acerca de cómo cumplir con el mandato de pediatras o de odontólogos que
indican quitar el chupón o el dedo a su bebé a partir del año y medio o dos
años. Todos los padres que me consultan lo hacen huyendo de recomendaciones
directivas o impositivas e interesados en conocer una salida respetuosa, sin
forzar o hacer sufrir a sus pequeños.
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Louma Sader Bujana |
En virtud de la alta frecuencia con que me han manifestado esta
preocupación, decidí entrevistar a mi querida amiga Louma
Sader, que además de ser
odontóloga, es referencia hispanohablante de la crianza respetuosa y ofrece cursos sobre salud bucal infantil
donde se encarga de educar en la prevención, así como de despejar este tipo de
inquietudes a padres y madres.
Querida Louma, desde tu experiencia de odontóloga y madre volcada a la
crianza respetuosa, acláranos por favor si
es necesario ofrecer el chupón a los bebés y de ser así ¿cuándo, para
qué y cómo ofrecerlo?
Lo que es “necesario” para el bebé es la succión, el calor, los
brazos y mimos. Desde luego, el bebé espera, necesita y desea, satisfacer la
necesidad de succión en el pecho de su madre, cerca de sus latidos, bajo su
mirada, en sus brazos amorosos y tomando la leche que la naturaleza ha ideado y
puesto a punto para él. No con un trozo de silicona o caucho. En líneas
generales, no es necesario ni recomendable ofrecer un chupete a los bebés
menores de un mes de nacidos en los que no se haya instaurado aún una adecuada
lactancia materna. De nuevo, lo que el bebé necesita es tomar el pecho a
demanda. Si tomándolo así, vemos que hay momentos en los que sale mucha leche y
realiza una succión pasiva o no nutritiva y la leche
chorrea por las comisuras, podríamos ofrecer por un ratito el chupete, sin
embargo, esto no es imprescindible y en caso de hacerse, ha de ser
exclusivamente en momentos puntuales, nunca en sustitución del pecho.
También en casos de separación con la madre, por trabajo por
ejemplo, podría ser de ayuda ya que la
succión aporta bienestar y confort. Sin embargo, es importantísimo recordar que
el chupete no es un artilugio para "callar" las necesidades del niño,
sino en ese caso, una herramienta más de consuelo, donde la principal sería el
afecto, la cercanía y las palabras amorosas de un adulto de referencia para el
niño.
Háblanos ahora de los
beneficios y perjuicios del uso del chupón
Entre los posibles beneficios tenemos que mamá quizás pueda
separarse puntualmente durante un momento de su bebé, o que el bebé pueda, en
caso de ser inevitable la separación por un rato de su madre, calmarse y/o
dormirse en brazos de otro cuidador.
Entre los contras, tenemos que el chupete, a diferencia del pecho,
no se adapta a la forma exacta del paladar del bebé, por lo que al hacer de su
succión un hábito, será el paladar y no el chupete, el que se deforme. Con el
pecho sucede lo contrario; es blandito y se estira y adapta perfectamente
propiciando el correcto desarrollo de las estructuras musculares y óseas de la
cavidad oral. También tenemos el tema de la higiene; el pecho siempre está
limpio, mientras que un chupete puede caer al suelo (en casa o fuera) y estar
contaminado o sucio. En mi curso
online de Salud Bucal para Padres hablo más extensamente sobre la higiene
adecuada del chupete.
Además, la introducción del chupete como hábito en menores de un
mes puede causar confusión del pezón, dificultando la lactancia e incluso
disminuyendo la producción de leche materna por no estimular adecuadamente la
misma mediante succión del pecho de la madre.
¿Una vez que se instala
el hábito o se crea una dependencia, cuál sería el momento indicado y la manera
respetuosa para ayudar al niño a que deje el chupón?
Sabiendo que la necesidad primaria del bebé o niño pequeño es la
de succionar del pecho de su madre y que el chupete es un hábito impuesto para
cubrir de alguna manera esa necesidad, pero no de la forma en la que espera el
niño, sino de una manera que conviene al adulto, debemos recalcar entonces la
necesidad de abordarlo de la forma más respetuosa posible.
Es crítico tener en cuenta, al hablar de dejar el hábito de
succión del chupón que el niño, a quien estamos obligando en estos casos,
tiene un hábito impuesto por sus padres y para la conveniencia
de sus padres, este niño no buscó instintivamente el chupete al nacer
(sino el pecho), nosotros se lo hemos ofrecido, o peor en algunos casos: le
hemos enseñado a usarlo como sustituto.
También es importante considerar que la edad antropológica de
destete espontáneo en el ser humano se encuentra -según Katherine Dettwyler,
investigadora y autoridad indiscutible a nivel mundial en la materia- entre los
dos y medio y los siete años de edad. Por lo cual, si no llevamos a cabo una lactancia
a demanda y a término, debemos tener presente que es probable que el niño
continúe teniendo la necesidad de mamar hasta ese período en el que hubiera
ocurrido el destete espontáneo de habérsele permitido llevar un amamantamiento
a término.
Con esto no quiero decir que debamos permitirle al niño usar el
chupón hasta que se case... Si utilizamos el chupón de forma puntual, y sólo
durante breves momentos durante el día, “continuando” con la lactancia a
demanda, es muy probable que el niño lo deje por sí solo. En ningún momento
debe usarse el chupete como sustitutivo del pecho, de los brazos, ni de la
atención materna. Si igualmente estamos supliendo la necesidad verdadera, a
pesar de estar usando chupón, creo que no se creará una dependencia; cumpliría
una función puntual como la de satisfacer la necesidad de succión pasiva en
momentos en los que la madre produce demasiada leche y el bebé la deja caer por
sus comisuras, o en caso de ausencia materna momentánea.
¿Y con el dedo?
El dedo es otro tema, aunque se trata también de una estructura,
si cabe llamarla así, que no se amolda a la forma del paladar duro del niño,
sino que al igual que el chupete lo deformaría, debemos tomar en cuenta que es
parte del cuerpo del niño y también que algunos bebés maman dedo incluso
dentro del vientre materno. Si continuamos con una lactancia a demanda y
satisfaciendo la necesidad de contacto y cercanía del niño, el tiempo que pase
con el dedo en la boca será más bien corto.
Para resumir, no existe una edad como tal, sin embargo, desde el
punto de vista odontológico es recomendable dejar el chupete antes de los dieciocho
meses, y el dedo antes de que hagan erupción los dientes permanentes
anterosuperiores. De cara a dejar estos hábitos, lo que no recomiendo en lo
absoluto es mentir al niño, descalificarlo, burlarse ni humillarlo.
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Louma, hasta ahora hemos
mencionado el uso adecuado del chupón en los casos de bebés alimentados con el
pecho, ¿qué pasa con los bebés que toman biberón o tetero?
Si a mamá le toca consolar a su niño (que no toma pecho sino biberón) con el pecho, aunque no le
salga leche, estaría bien. Si no, toca darle un poco
de chupón si parece necesitarlo, pero al igual que los niños que toman el
pecho, sólo puntualmente, jamás en sustitución del amor, los mimos y brazos,
jamás para acallarlo.
A veces resulta
imposible lograr que un niño deje el dedo, aún usando métodos rudos e irrespetuosos
que, sea dicho de paso, no recomendamos en este espacio. Frente a este panorama
es lógico que terminemos por evaluar cuán contraproducente puede ser dejar que
el niño se mame el dedo sin agobiarlo ¿qué opinas al respecto?
El dedo no se lo puedes quitar ni que lo obligues. Yo soy
partidaria de buscar causas subyacentes y satisfacer esa necesidad que lo lleva
a succionarlo. Propiciar un buen ambiente, sereno y tranquilo. Pero si con eso no se
logra, dejar al niño ser, e intentarlo de nuevo más tarde a ver si está listo.
Yo prefiero decirle a los padres que les den mucho cuerpo y mimos, que dejen de
mortificarse y mortificar al niño por el dedo. Siempre podemos pedir ayuda al odontólogo, que hable con el niño, sin hacer dramas ni
ponernos obsesivos con el tema.
¿Existe alguna razón
médica que realmente nos fuerce a apelar a recursos límites causando
sufrimiento para que el niño deje el chupón o el dedo?
A ver, si aún estamos durante la etapa de dentición primaria,
aunque se desplacen los dientes, estos pueden regresar a su posición tras dejar
el hábito, y los dientes permanentes pueden salir en posición adecuada. Yo no
recomiendo dejarlo abruptamente ni a la fuerza, ni hacer sufrir al niño. Lo que
sí creo es en buscar medios alternativos para satisfacer las necesidades del
niño, ya sean físicas (abrazos, succión) o emocionales (mimos, consuelo), etc.
para que el niño paulatinamente recurra cada vez menos al hábito para darse confort
y placer. Podemos intentarlo como padres, hablando y llenando las necesidades
del niño, y si aún persiste, acudir al odontólogo para que sea él quien hable
con el pequeño, siempre de forma respetuosa. Podría enseñarle fotos de antes y
después, explicarle qué deformaciones causa, cómo sería el tratamiento,
ofrecerle medios positivos para dejar el hábito por su cuenta y probar esto
durante algunos meses para observar su progreso.
En niños más grandes podemos explicar que luego quizás haga falta
ponerse ortodoncia para ayudar a los dientes a regresar a su lugar, no como
amenaza, sino para que comprenda las consecuencias de continuar con el hábito y
quizás tome una decisión consciente e informada.
¿Qué podemos hacer
cuando se ha instalado el hábito y ya hemos probado distintos métodos
respetuosos para retirar el chupón o hacer que el niño deje de chuparse el
dedo, pero no lo conseguimos sin causar sufrimiento?
Dependiendo de la edad del niño y de su mundo circundante,
continuaría negociando, explicando pacientemente, o bien lo dejaría una
temporada más y lo intentaría de nuevo más adelante. A veces necesitan un
poquito más de tiempo para saciar esa necesidad y luego lo dejan. Siempre depende
de muchos factores. Si está teniendo muchos cambios en su vida, separaciones,
angustias, inicio de la escolarización, un nuevo hermanito, ya ha sido
destetado, etc. En esos casos, quizás podamos dejarle esta forma de
"consuelo" un tiempo más y probar en un momento de más calma
retirarlo sin lágrimas, o tal vez nos sorprenda el niño dejándolo por sí solo.
Háblanos de las consecuencias
del chupón o mamar el dedo para la salud bucal
A mediano plazo, dientes superiores inclinados hacia el frente y
hacia arriba (labioversión) y dientes inferiores inclinados hacia abajo y hacia
dentro (linguoversión) para dar cabida al dedo o al chupón. También se ve
alterada la mordida, que suele ser abierta en estos niños, se estrecha el arco
superior, el paladar aumenta de profundidad, el labio superior se vuelve
hipotónico (menor tonicidad muscular) y el inferior hipertónico (mayor
tonicidad por la succión).
A más largo plazo, si el hábito persiste más allá de la erupción
de los dientes permanentes anteriores (incisivos y caninos), y durante la
dentición mixta (de seis a doce años de edad) podrían producirse graves
desplazamientos dentales, lesiones en el alineamiento de los dientes y mordida
del niño.
¿Existe la posibilidad
de correctivos?
Sí puede corregirse, con el tiempo, si
dejamos el hábito de forma temprana, o bien con el uso de aparatos
odontológicos u ortopédicos.