La crianza respetuosa no propone
niños que vayan al garete por la vida, haciendo lo que les da la gana, sin que
sus adultos cuidadores les acompañen a desarrollar la conciencia y el
reconocimiento de los límites connaturales de la convivencia. Lo que sí propone
es que tanto padres y educadores acompañen conscientemente en el importante proceso de incorporación de disciplina y de
reconocimiento de límites, que deben ser razonables y respetuosos con la
integridad del niño como persona.
Sucede que la mayoría de los terrícolas procedemos de crianzas
basadas en el adiestramiento y la obediencia, realizadas a través de métodos autoritarios,
de cimientos violentos, como la disciplina punitiva que incluye tanto
castigos físicos (nalgada, jalón de oreja, correazos...) como psicológicos (gritos, palabras
humillantes, silla de pensar o tiempo fuera, cartelera de puntos, entre otros
sistemas de premios y castigos) Por eso siempre que menciono los estragos y
desventajas que dichos recursos "educativos" entrañan para los niños
a nuestro cargo, progenitores y educadores se sienten perdidos, sienten que entran en un vacío
desconcertante: "si no doy nalgadas, si no lo mando a la silla de pensar,
si no uso premios y castigos para
educar, ¿cómo logro que mi hijo o hija me haga caso y respete los límites? ¿cómo logro que no se
convierta en un tirano?".
Lamento desilusionar a quienes esperan fórmulas fáciles, cómodas, recetas
instantáneas y estandarizadas que al mismo tiempo sean conscientes, justas y
respetuosas de los derechos del niño para educarlos en el reconocimiento de
límites y disciplina. Según mi experiencia, tal cosa
no existe.
La realidad demuestra que cada situación debe ser encarada como un desafío
único según sea la visión fruto del propio condicionamiento, los recursos
emocionales y expectativas del adulto cuidador, tomando en cuenta el momento
evolutivo y las características particulares de cada niño, así como las
circunstancias que este experimenta en un determinado momento. Por otra parte
las fórmulas y recetas estandarizadas no funcionan, porque cada familia
constituye una identidad particular con sus propias costumbres de lo cual se
desprende un conjunto de valores y reglas de convivencia. De manera que lo que
podría funcionar a mis vecinos, probablemente no sirva en mi familia. En todo caso, lo que queremos lograr es que
el niño desarrolle el genuino deseo de cooperar sin la amenaza de castigos o la promesa de
recompensas; es decir, que nuestro hijo o hija consiga auto-regularse, que no
dependa de la vigilancia constante. Que se convierta en guardián de sí mismo, que oriente su vida a
partir de la ética y de los valores que ha decidido conscientemente incorporar
en su bagaje emocional.
Durante los años dedicados al trabajo de investigación y divulgación de crianza respetuosa, he escrito
y publicado varios artículos relacionados con el tema, así como también he
recopilado publicaciones de expertos que pueden servir para encontrar
alternativas a los métodos punitivos de crianza. Espero
les sea de utilidad. Aquí van los títulos con el enlace:
·
Sobre el peliagudo
tema de los límites y la disciplina
. Los castigos físicos y psicológicos siempre humillan
. Los castigos físicos y psicológicos siempre humillan
Recordemos una y otra vez que el hogar no es un cuartel, es un
útero amoroso y nutricio donde se forman los seres humanos que luego echaremos
al mundo.
Email: conocemimundo@gmail.com
Twitter. @conocemimundo
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