Algunos especialistas como psicólogos, pediatras,
neurocientíficos, al igual que la Academia Americana de Pediatría (AAP),
coinciden en que no es recomendable que un niño hasta los 2 años vea tele, videojuegos,
ordenadores u otro tipo de pantallas, debido a que reciben estimulación
neurológica que no son capaces de integrar.
El pediatra y autor Carlos Gonzáles explica en su libro
Creciendo Juntos, que los recién nacidos ven desde el primer día, pero necesitan
años de práctica, juego, exploración para integrar formas, tamaños,
movimientos, perspectivas, dimensiones en su cerebro en desarrollo a partir de
las experiencias del mundo real, a un ritmo progresivo que toma años integrar. El rápido cambio de imágenes y las
experiencias visuales distantes de la vida real contenidas en la tele, los
videos y otras pantallas, comportan una carga de estimulación sensorial que no
puede ser integrada durante este lapso evolutivo.
La AAP desaconseja incluso los videos o programas
presuntamente educativos o hechos “a la medida” para niños hasta los 2 años, argumentando que en
ese período de desarrollo, el juego
desestructurado (libre, a su aire) es mucho más beneficioso para el desarrollo
cerebral de los niños que la exposición a cualquier medio electrónico.
Además de la
perniciosa carga de estímulos
neurológicos de dichos contenidos, el
tiempo frente a una pantalla restringe las oportunidades de los bebés para
satisfacer necesidades esenciales de su
sano desarrollo como lo es la exploración, el juego y la interacción con los padres
o adultos cuidadores.
El doctor Gonzáles hace referencia a que aún cuando se trata
de un tema controvertido, existen
estudios que arrojan incidencias entre la exposición temprana de los niños a la
tele, videos y otras pantallas, con la hiperactividad en años posteriores.
En el mismo orden de ideas, la psicóloga Yolanda González,
especialista en prevención infantojuvenil, quien insiste en cero tele hasta los 3 años, subraya también que para niños de cualquier
edad, así como para adolescentes, la televisión y los videojuegos, constituyen medios potencialmente adictivos y
alienantes con carga de invasión de mensajes violentos, competitivos, sexistas
que comportan un continuo aporte de información deformada (naturalización de
comportamientos violentos y de riesgo, de consumos y valores perniciosos, etc.)
Por tanto los padres estamos en la obligación de ser vigilantes y establecer conjuntamente
con los hijos, el límite de exposición a la tele o
videojuegos, siempre orientando las preferencias hacia los contenidos
constructivos.
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