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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cuando las opiniones, creencias y costumbres se convierten en interferencias

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Trata a los pequeños como te gustaría ser tratado por los grandes. Proverbio

Andamos tan ensimismados dentro de nuestro propio punto de vista que en lugar de observar y dejarnos guiar por los niños, a menudo nos perdemos en debates de opiniones sobre el modo correcto o incorrecto de criarlos. Que si está bien o no que duerma en solitario, que si está bien o no retirar los pañales a los 2 años o cuando el chiquitín lo deje por sí solo, que si está bien o no forzarlo a comer con horarios o dejar que coma a libre demanda, que si está bien o no mandarlo a la guardería o al rincón de pensar, que si está bien o mal que el niño juegue con muñecas, cocinitas y la niña con carritos o viceversa, que si a una bebé no le molesta o si le molesta “aprender” a llevar lazos, cintillos y adornos en la cabeza para complacer  mi deseo de lucir bonita...  Incesantemente desde un planeta paralelo, mirando al niño desde arriba o desde la distancia emocional, nos enfrascamos en defender nuestras opiniones y perdemos de vista que el asunto realmente importante no es la opinión  o el debate entre  adultos  sobre si está bien o está mal cualquier interacción con los niños a nuestro cargo.  Si realmente queremos actuar en beneficio del sano desarrollo de nuestros peques, la pregunta importante a formularnos es ¿qué siente el niño, cuál es su punto de vista? De lo que se trata es de sintonizar con la criatura,  y estar dispuestos a respetar su integridad como persona, comprender sus reales necesidades y deseos, procurando satisfacerlos. 

Otra interferencia muy común en la crianza se arraiga en la necesidad de mantenernos en la zona de confort sin disposición de preguntarnos porqué seguimos haciendo las cosas del mismo modo y cerrándonos al cambio. La psicopediatra y autora Rosa Jové en su libro "Todo es posible" nos recuerda que si no existieran personas capaces de cuestionar los idearios y condicionamientos sociales, aún estaríamos en la Edad Media. Jové relata la anécdota de una mujer que había hecho durante años la receta de rollo de carne asada exactamente como aprendió con su madre: adobaba, maceraba, amarraba y cortaba las dos puntas en ambos extremos del rollo de carne antes de meterla al horno. Un buen día se cuestionó las razones de cortar las puntas del rollo de carne y llamó a su mamá para indagar. Su madre le respondió que cortaba las puntas porque el molde donde iba la carne era muy pequeño y tenía que hacerlo así para que cupiera dentro... Vale la pena preguntarse cuántas de nuestras creencias, idearios y costumbres actuales siguen teniendo alguna utilidad o sentido, vale la pena atreverse a cuestionar lo naturalizado y hacer las cosas de un modo distinto al que lo hemos hecho siempre. La vida es cambio constante, busquemos nuevos referentes para educar a nuestros hijos y alumnos o corremos el riesgo de atascarnos en esquemas vencidos. Hay que atreverse a romper con la consistencia, a “pensar fuera de la caja”.






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