Es
común escuchar a las personas opinando sobre la necesidad de llevar a los
niños a guarderías o preescolares porque
deben aprender a socializar. Así mismo algunos progenitores expresan
preocupación frente al hecho de que los niños pequeños no se mantienen por más
de diez minutos jugando con otros niños o sin pelearse por los juguetes.
Siempre
hago hincapié en que necesitamos comprender cada etapa evolutiva de los niños, para
saber cuándo se encuentran preparados para digerir determinados procesos o
funciones y cuándo no. Es así como podremos basarnos sobre expectativas reales
y evitar someterlos a exigencias desmedidas que provoquen interferencias en su
desarrollo.
Antes
de los tres años, un pequeño fundamentalmente necesita de la presencia e
interacción constante con una figura vincular que sepa interpretar sus
necesidades y cubrirlas de inmediato para nutrir un apego seguro. Un bebé hasta
los tres años no ha desarrollado aún funciones complejas requeridas para interactuar
o socializar con otros niños o personas distintas a sus figuras
vinculares. Sin embargo, como en otros
aspectos del desarrollo infantil, alrededor del tema de la socialización y del
juego, circulan falsas creencias y opiniones que, en el afán por educar según
el orden social establecido, rara vez nos detenemos a cuestionar.
Según
coinciden distintos especialistas y lo explica la psicopediatra y autora Rosa Jové en entrevista
para pequemundo.es, los niños hasta alrededor de los tres o cuatro
años “no juegan con, sino al lado de”. Jové usa el ejemplo de un grupo de niños de
dos años en un arenal con cubos y palas.
Veríamos cómo cada uno juega por su cuenta haciendo lo suyo, aclara. A
lo sumo un niño eventualmente le quitaría la pala al que tiene al lado… o tal vez al ver cómo éste lanza una piedra, si
le gusta, lo imitaría pero sin mantener interacción porque son muy pequeños
para entender las reglas de juego. Agrega Rosa Jové, que los niños pequeños
aprenden a socializar viendo cómo saludan sus padres, cómo hablan con los
demás. La psicóloga infanto juvenil Yolanda González por su parte en su libro, Amar sin miedo a malcriar, explica que
los niños antes de los tres años no tienen clara la noción de propiedad de los
objetos porque se encuentran en una edad egocéntrica (lo que ven y les llama la atención lo asumen como
propio)
Estos
y otros rasgos evolutivos explican porqué los chiquitines de ese rango etario juegan
en paralelo y no con otros niños. Así mismo podemos observar que los peques a
partir de los tres o cuatro años sí que interactúan durante períodos mayores de
tiempo, juegan juntos, intercambian, socializan. No hay más que observar a los
pequeños. Ellos son como un libro abierto. Nos van arrojando las pistas en la
medida en que adquieren la madurez cognitiva y psicológica para lograr determinadas
funciones dentro de los tiempos propios de los hitos del desarrollo.
No
es necesario empujar, forzar ni entrenar para que maduren. Todo llega en su
momento. El hecho de pretender que un niño menor de tres a cuatro años
socialice o aprenda a jugar con otros niños o preocuparse porque no lo hace y apuntarlos
al preescolar o a la guardería para que lo consiga, se arraiga en expectativas
irreales establecidas a partir de falacias y desinformación sobre las etapas
evolutivas de los niños y sus necesidades legítimas.
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