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miércoles, 29 de abril de 2015

Ya sabe caminar pero quiere que lo cargue

Foto pixabay.com

“¡Andrea, te dije que no te voy a cargar, ya estás grande... o caminas o te dejo aquí!”, amenaza  su madre a la pequeña de casi 3 años. Andrea intenta seguirla, da unos cuantos pasos, se detiene, se desvía, queda rezagada, se cansa y se echa en el piso. Entonces la mamá la reprende, la agarra por un brazo y la arrastra. Una escena frecuente  protagonizada por familias en sitios públicos, con peques de 2 a 4 años que ya caminan, pero que piden que los carguen. Tendemos a creer que, por ser capaces de desplazarse solos, el pedido de los pequeños no es más que una señal de capricho y que no hay que dejarse manipular. Entonces se entabla una guerra para obligarlos, incluso apelando a recursos bastante cuestionables como llevarlos  arrastrados a la fuerza.  

¿Y será verdad eso de que sólo quieren que los carguen por capricho? Veamos qué nos dicen la observación, el sentido común y expertos como el pediatra y autor Carlos Gonzáles en su bestseller Bésame Mucho, Cómo Criar a Tus Hijos con Amor:

·    Investigaciones de Bowlby y Anderson (Inglaterra) y  Rheingold y Keene (Estados Unidos) demuestran que dicha conducta es universal en los niños y niñas de hasta 3 años de edad. Es decir, se trata de un rasgo evolutivo que responde a una razón vinculada a la madurez del niño. Un niño menor  de 3 años no está preparado aún para caminar al lado nuestro con el mismo ritmo y durante el mismo tiempo que es capaz de caminar un adulto. Si lo quieres comprobar, observa y compara la marcha de un niño pequeño con la del adulto que lo acompaña. Por cada paso que da el adulto, el pequeño necesita dar 2 o 3, además de la inversión de esfuerzo para mantener el equilibrio, orientación, coordinación, etc., necesaria para desplazarse.

·      El hecho de que el niño o niña ya sepa caminar no quiere decir que puede y tiene que hacerlo en cualquier circunstancia. Algo parecido ocurre con un adulto que sabe caminar e incluso correr pero no puede completar un maratón de 20 kilómetros sin que previamente haya desarrollado las capacidades para lograrlo. Los niños y niñas menores de 3 años todavía necesitan madurar algunas funciones físicas y psicológicas para caminar solos durante períodos largos. Son adquisiciones paulatinas que llevan tiempo y que, llegado el momento evolutivo, van a suceder de modo automático y con poca estimulación. Por lo tanto es un proceso que se logra por autorregulación y no con adiestramiento. Es decir: no hace falta enseñar, entrenar ni mucho menos empujar u obligarlos.

·      Algunas veces sí y otras veces no, puede ser que un niño o una niña  hasta los 3 años muestre, a ratos,más ganas o disposición de caminar. Esto no quiere decir que esté manipulando, sólo quiere decir que el pequeño pudiera estar temporalmente de buen humor o motivado por algo que le llama la atención

En conclusión, si queremos actuar con respeto hacia sus necesidades e integridad como personas, cuando salimos con niños pequeños al parque, de paseo, hacer diligencias, de compras, etc.,   aunque ya sepan caminar, debemos anticiparnos para atenderlos con paciencia y respeto en el momento que expresen cansancio o el deseo de ser llevados en brazos o en un cochecito.

Si todavía con toda esta explicación nos cuesta encontrar un lugar emocional desde donde sentir que un pequeño se cansa y pide brazos por razones legítimas y no por capricho, imaginemos si estuviéramos muy cansados, desorientados o aturdidos y una persona con más tamaño y más fuerza nos sometiera y arrastrara por el piso para llevarnos a otro lugar en contra de nuestra voluntad.

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miércoles, 15 de abril de 2015

Las crisis de celos con la llegada del segundo hijo





Con la llegada de un segundo hijo o hija es muy importante que nuestro peque mayor sienta el amor y la atención exclusiva de sus padres, y en especial de su madre. Hacerle ver y sentir a diario lo importante que es él o ella para nosotros, demostrar que estamos siempre deseando y que de hecho encontramos tiempo en exclusiva para estar y disfrutar juntos sin su hermanito o hermanita, es fundamental.

Algunos autores como la psicóloga infantojuvenil Yolanda González y el pediatra Carlos González, coinciden en  la importancia de diferenciar entre los celos que son naturales y los que no lo son. Explican que los celos entre hermanos, sobre todo pequeños, son naturales y responden a la necesidad instintiva de preservar el vínculo de apego seguro con los padres ante “un rival” que antes no existía. Carlos González usa el ejemplo de una pareja adulta, y nos pide que imaginemos cómo nos sentiríamos ante el escenario de  que un día llegara nuestro esposo o nuestra esposa a casa con una mujer u hombre más joven diciendo  que a partir de ese día tenemos que dormir en otra habitación para dejarle nuestra cama a ellos dos y que debemos compartir nuestros afectos y nuestra cosas con esa persona que acaba de llegar.  Bueno… más o menos así de intensa puede llegar a ser la experiencia subjetiva de un hijo ante la llegada del hermanito o de la hermanita…

En  lugar de reprimir las emociones de nuestro hijo o hija mayor o decirle cosas como "tienes que querer a tu hermanita o hermanito", es saludable validar y permitir sus expresiones de celos o disconformidad explicando que le entendemos y que está bien manifestar lo que necesite sin hacer daño al bebé.

Cuando el hermanito nace durante un período no mayor de tres años de diferencia, es importante mantener  la perspectiva de que nuestro primer hijo sigue siendo un bebé, aunque ahora lo veamos más grande comparado con su hermano o hermana recién nacido. Por tanto necesita ser tratado según requiere su momento evolutivo.  Al margen de la edad de los niños, no es saludable endilgar a los hermanos mayores  -por el hecho de serlo- responsabilidades  que no corresponden con su rol o con su edad.

En la medida en que la diferencia de edad entre nuestros peques es más corta, las posibilidades de las crisis de celos con la llegada del hermanito o hermanita suele aumentar. Mientras menos tiempo se lleven los hermanos quiere decir que el mayor aún no ha entrado en los tiempos del desprendimiento natural del puerperio, que comienza a darse a partir de los tres años, que además se encuentra en un momento evolutivo en el que necesita la interacción constante con su madre,  a lo que se suma la carencia de herramientas para gestionar sus emociones, con lo cual es más probable que sucedan crisis de celos. Sin embargo y al margen de la diferencia de edad entre nuestros hijos, mientras el amor circule a raudales dentro el circuito emocional de la familia,  y siempre que cada hermano o hermana se sienta único y amado de un modo especial por sus padres, se crearán las bases para establecer vínculos fraternos amorosos y sólidos.

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miércoles, 8 de abril de 2015

Y líbranos de los estragos del patriarcado...




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No me lo había planteado hasta que varias personas que me conocen y saben de mi punto de vista sobre la educación, me recomendaron ver la peli Whiplash. Apenas comenzar, una mezcla de sensaciones de angustia, indignación e impotencia me desbordaron. He escuchado a gente opinar lo mismo, dicen que se han querido salir de la sala en medio de la película e incluso lo han hecho. Yo estuve a punto, pero el objetivo era llegar a mi propia conclusión de la experiencia y si lo consideraba importante, compartirla. De modo que era necesario verla completa. Así que hice de tripas corazón y me quedé.

Las escenas de Whiplash  pueden despertar al alumno o hijo abusado que hemos sido. Ningún terrícola ha escapado en mayor o menor grado al flagelo patriarcal de la educación represiva que atraviesa al planeta.  Esto pudo haber sido parte del origen de mi rechazo y el de muchos.  Sin embargo hubo otras causas. Me costaba dar crédito, no podía digerir  la tolerancia por parte de los alumnos, al abuso del profesor demente, y menos aún en una sociedad como  la de Los Estados Unidos, donde una sola mirada sospechosa basta y procede para demandar por acoso o daño psicológico. Aunque ciertamente la ficción tiene sus licencias,  sin llegar a los extremos de esta película, el abuso de poder a través de innumerables formas de violencia sutiles y visibles por parte de docentes a sus estudiantes es bastante común en muchos sistemas educativos de la vida real. En todo caso,  no queda dudas de que la manifestación exacerbada de violencia o vejaciones graves y explícitas en Whiplash comporta un buen gancho para vender taquilla.  Mismo mecanismo que explica el éxito de bodrios como las 50 sombras, por ejemplo. El sadomasoquismo, la violencia, el abuso y el maltrato son mercancías de alto consumo en la ¿civilización? patriarcal organizada en la dominación del fuerte sobre el débil (hombre sobre mujer, padre y madre sobre niños, profesores sobre estudiantes, una nación poderosa sobre  otra nación vulnerable)

El curso de la trama, sin embargo, dio un giro (se procede a la denuncia, se sanciona al victimario y se detiene el acoso sistemático dentro de la institución educativa)  Por un momento pensé que la película iba hacia un desenlace, más o menos  digno y saludable -cosa que tampoco era obligatoria, porque no todas las películas deben ni tienen porque acabar bien. Pero el final de Whiplash no pudo ser más patético. De un modo muy peligroso quedó validado el abuso como método educativo  para sacar "lo mejor" de los alumnos o lo que se espera de ellos, reforzando la competitividad malsana, enfermiza, el terrible binomio dominio-sumisión.   Cuando en el último minuto de la última escena -bajo un contexto épico, heroico, casi propio de un comercial- el estudiante de música y el profesor demente comulgan, se deja entender que los recursos humillantes y vejatorios realmente logran sacar la genialidad del músico. Pude ver en ello, una vez más, la astuta trampa del establishment para introducir convenientemente los valores de competitividad descarnada y exitismo psicopático. Nos seducen sistemáticamente  para consumir valores nada edificantes con empaques atractivos.  Y ese es el mensaje que  vende esta película ganadora de innumerables premios (El mundo anda mal).

No es fácil salirse de “La Matrix”. Siempre digo que es necesario ponerse los lentes especiales del darse cuenta.  Muchos dirán, “Whiplash es una película inteligente, crítica, que genera debate y reflexión, con actuaciones y música extraordinarias”. Algunos opinarán que nadie es capaz de salir de esa película validando el sádico método del profesor demente. Yo opino lo contrario. En primer lugar para  servir el debate y la reflexión, no necesitamos esta clase de superproducciones cinematográficas plagadas de violencia y sadomasoquismo. Podemos perfectamente hacerlo con películas que nos llenen de experiencias inspiradoras sobre alternativas para educar orientados por el respeto a la integridad de los seres humanos, su capacidad crítica y su creatividad. Y sí que conozco gente que ha salido de esa película coqueteándose con la idea de que un profesor capaz de retar de un modo parecido al demente de la peli, es deseable para sacar "lo mejor" del estudiante.  Con semejante final, cualquiera que no cuente con referentes suficientes para identificar las infinitas formas de violencia y abuso naturalizados socialmente (y en esta sociedad patriarcal es lo que abunda) puede confundirse. A estas personas me permito recordarles la siguiente frase de la gran Alice Miller: Cuando alguien aprende a quererse a sí mismo no puede seguir queriendo a su verdugo.

Para mí es irrelevante que esta película se catalogue de arte o no, de inteligente y crítica o no. Le doy una importancia igual a cero que haya despuntado con las mejores actuaciones, la música o el rubro que sea que las “Academias” consideraran pertinente. Lo que en mi opinión desde mi óptica como comunicadora social cuenta, es que su contenido reafirma valores destructivos y poco edificantes de un modo además, bastante potente y abarcador.

Los medios de comunicación podrían y deberían convertirse en agentes de cambio constructivo y humanizante en lugar de constituirse  -como lo han hecho hegemónicamente hasta ahora y salvo honrosas excepciones - en maquinarias alienantes con carga de invasión de mensajes violentos, patológicamente competitivos, sexistas que comportan un continuo aporte de información deformada (naturalización de comportamientos violentos y de riesgo, de consumos y valores perniciosos, etc.) para la humanidad. Es momento ya de que los medios de comunicación realmente eduquen a favor de la humanización y no a favor de intereses deshumanizantes. Va siendo hora ya de que contribuyan con el cambio de consciencia,  con la alfabetización emocional y ética tan acuciantes para la humanidad  y para el planeta. 


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