No me lo había planteado hasta que varias personas que me
conocen y saben de mi punto de vista sobre la educación, me recomendaron ver la
peli Whiplash. Apenas comenzar, una mezcla de sensaciones de angustia,
indignación e impotencia me desbordaron. He escuchado a gente opinar lo mismo,
dicen que se han querido salir de la sala en medio de la película e incluso lo
han hecho. Yo estuve a punto, pero el objetivo era llegar a mi propia
conclusión de la experiencia y si lo consideraba importante, compartirla. De
modo que era necesario verla completa. Así que hice de tripas corazón y me
quedé.
Las escenas de Whiplash
pueden despertar al alumno o hijo abusado que hemos sido. Ningún
terrícola ha escapado en mayor o menor grado al flagelo patriarcal de la educación
represiva que atraviesa al planeta. Esto
pudo haber sido parte del origen de mi rechazo y el de muchos. Sin embargo hubo otras causas. Me costaba dar
crédito, no podía digerir la tolerancia
por parte de los alumnos, al abuso del profesor demente, y menos aún en una
sociedad como la de Los Estados Unidos,
donde una sola mirada sospechosa basta y procede para demandar por acoso o daño
psicológico. Aunque ciertamente la ficción tiene sus licencias, sin llegar a los extremos de esta película,
el abuso de poder a través de innumerables formas de violencia sutiles y
visibles por parte de docentes a sus estudiantes es bastante común en muchos
sistemas educativos de la vida real. En todo caso, no queda dudas de que la manifestación exacerbada
de violencia o vejaciones graves y explícitas en Whiplash comporta un buen
gancho para vender taquilla. Mismo
mecanismo que explica el éxito de bodrios como las 50 sombras, por ejemplo. El
sadomasoquismo, la violencia, el abuso y el maltrato son mercancías de alto
consumo en la ¿civilización? patriarcal organizada en la dominación del fuerte
sobre el débil (hombre sobre mujer, padre y madre sobre niños, profesores sobre
estudiantes, una nación poderosa sobre
otra nación vulnerable)
El curso de la trama, sin embargo, dio un giro (se procede a
la denuncia, se sanciona al victimario y se detiene el acoso sistemático dentro
de la institución educativa) Por un
momento pensé que la película iba hacia un desenlace, más o menos digno y saludable -cosa que tampoco era
obligatoria, porque no todas las películas deben ni tienen porque acabar bien.
Pero el final de Whiplash no pudo ser más patético. De un modo muy peligroso
quedó validado el abuso como método educativo
para sacar "lo mejor" de los alumnos o lo que se espera de
ellos, reforzando la competitividad malsana, enfermiza, el terrible binomio
dominio-sumisión. Cuando en el último
minuto de la última escena -bajo un contexto épico, heroico, casi propio de un
comercial- el estudiante de música y el profesor demente comulgan, se deja
entender que los recursos humillantes y vejatorios realmente logran sacar la
genialidad del músico. Pude ver en ello, una vez más, la astuta trampa del establishment para introducir
convenientemente los valores de competitividad descarnada y exitismo
psicopático. Nos seducen sistemáticamente
para consumir valores nada edificantes con empaques atractivos. Y ese es el mensaje que vende esta película ganadora de innumerables
premios (El mundo anda mal).
No es fácil salirse de “La Matrix”. Siempre digo que es
necesario ponerse los lentes especiales del darse cuenta. Muchos dirán, “Whiplash es una película
inteligente, crítica, que genera debate y reflexión, con actuaciones y música
extraordinarias”. Algunos opinarán que nadie es capaz de salir de esa película
validando el sádico método del profesor demente. Yo opino lo contrario. En
primer lugar para servir el debate y la
reflexión, no necesitamos esta clase de superproducciones cinematográficas
plagadas de violencia y sadomasoquismo. Podemos perfectamente hacerlo con
películas que nos llenen de experiencias inspiradoras sobre alternativas para
educar orientados por el respeto a la integridad de los seres humanos, su
capacidad crítica y su creatividad. Y sí que conozco gente que ha salido de esa
película coqueteándose con la idea de que un profesor capaz de retar de un modo
parecido al demente de la peli, es deseable para sacar "lo mejor" del
estudiante. Con semejante final,
cualquiera que no cuente con referentes suficientes para identificar las
infinitas formas de violencia y abuso naturalizados socialmente (y en esta
sociedad patriarcal es lo que abunda) puede confundirse. A estas personas me
permito recordarles la siguiente frase de la gran Alice Miller: Cuando alguien aprende a quererse a sí
mismo no puede seguir queriendo a su verdugo.
Para mí es irrelevante que esta película se catalogue de
arte o no, de inteligente y crítica o no. Le doy una importancia igual a cero
que haya despuntado con las mejores actuaciones, la música o el rubro que sea
que las “Academias” consideraran pertinente. Lo que en mi opinión desde mi
óptica como comunicadora social cuenta, es que su contenido reafirma valores
destructivos y poco edificantes de un modo además, bastante potente y
abarcador.
Los medios de comunicación podrían y deberían convertirse en
agentes de cambio constructivo y humanizante en lugar de constituirse -como lo han hecho hegemónicamente hasta
ahora y salvo honrosas excepciones - en maquinarias alienantes con carga de
invasión de mensajes violentos, patológicamente competitivos, sexistas que
comportan un continuo aporte de información deformada (naturalización de
comportamientos violentos y de riesgo, de consumos y valores perniciosos, etc.)
para la humanidad. Es momento ya de que los medios de comunicación realmente
eduquen a favor de la humanización y no a favor de intereses deshumanizantes.
Va siendo hora ya de que contribuyan con el cambio de consciencia, con la alfabetización emocional y ética tan
acuciantes para la humanidad y para el
planeta.
Email: conocemimundo@gmail.com
Twitter. @conocemimundo
Instagram: @conocemimundo
FB: Conoce Mi Mundo
No he visto la película, pero estoy de acuerdo con lo que dices. Debemos edificar desde el amor y el amor es bondadoso, sin ira y sin rencor, nunca ofende. Sigue trabajando en la construcción de un mundo diferente, lleno de amor por nosotros mismos y por los demás.
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