"...hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros..." Octavio Paz. El Cántaro Roto.

CRIANZA EN CULTURA DE PAZ

Conocer , comprender y respetar cada etapa evolutiva y necesidades legítimas de los niños y adolescentes. Reconectar con lo mejor de nosotros mismos. Transitar hacia el lindo horizonte de un mundo más humanizado.

jueves, 28 de mayo de 2015

Sea Macho...

Sea macho y jale caña, sea macho y pise el acelerador, sea macho y aguante el dolor, sea macho y pelee, dispare, sea macho y seduzca a muchas mujeres, lléveselas a la cama... o como dice mi amigo y psicólogo Antonio Pignatiello, un hombre no se siente triste, está arrecho (cabreado, molesto); un hombre no está asustado, está arrecho; un hombre no está conmovido, está arrecho... ¿Podrán algún día estos hombres recordar quiénes eran antes de que el mundo les dijera quienes debían ser? ¿Podremos algún día padres y madres darnos cuenta del daño que hacemos criando machos en lugar de seres humanos?


Twitter. @conocemimundo

Instagram: @conocemimundo


domingo, 10 de mayo de 2015

Maternidad consciente y empoderada





Lo que creemos saber sobre asuntos del alma femenina, sobre la maternidad y la crianza, habitualmente dista mucho de la realidad.  Las fotografías de portadas de revistas muestran versiones edulcoradas de la experiencia, con imágenes de bebés rozagantes y felices en los brazos de súper modelos con rostros luminosos y cuerpos delgados, entrenados en gimnasios. La cultura occidental ha impuesto un arquetipo desnaturalizado sobre la maternidad vendiéndonos a la madre eficiente, que también puede y debe ser súper esposa/amante y súper profesional, (todo al mismo tiempo sincronizado)

En medio de esta construcción social falsificada, aterrizamos a la maternidad la mayoría de las mujeres con las consecuentes dificultades para encarar los desafíos reales que trae consigo una de las experiencias más exigentes y transformadoras para el alma femenina y en la que a su vez se arraiga, nada menos que el desarrollo de la humanidad.  Partamos del principio de que la calidad de la crianza no es tema menor, sino el epicentro de los problemas humanos y sociales, y de que el vínculo primario madre-hijo es la base de todo vínculo posterior. Las investigaciones de las neurociencias, la antropología de la crianza y la etnopediatría, entre otras, han demostrado profusamente lo que ya sabemos desde la intuición y la sabiduría ancestral:   somos las madres, durante los primeros años de vida, el hábitat natural, deseable y necesario para la formación saludable de las criaturas, con lo cual podríamos decir, sin temor a exagerar, que la maternidad es la más importante y delicada función biológica y social de la humanidad. 

En los umbrales del siglo XXI, tiempo de mujeres autónomas, exitosas, inteligentes, profesionales, informadas… las madres nos sentimos seguras y muy capaces de tomar decisiones y acciones complejas en nuestro desempeño profesional o social, pero ante el hecho materno -algo inherente a nuestra propia biología y feminidad- a menudo nos encontramos perdidas, infantilizadas, inseguras, con ganas de salir corriendo para regresar al exterior donde sí encontramos refugio e identidad.

Las mujeres consolidamos visibilidad, remuneración económica, reconocimiento e “independencia” en el ámbito exterior (negocios, profesión, estudios, trabajo, deporte, política…) En el interior del hogar, dedicadas al cuidado de la familia y a la crianza de los hijos, perdemos autonomía y nos volvemos invisibles. Según la autora argentina, Laura Gutman, esto en parte explica la razón por la cual no logramos ubicar el lugar desde donde sentirnos disponibles cuando se trata de atender las demandas legítimas de tiempo y atención que exigen nuestros hijos y por lo tanto nos desbordamos, sentimos que enloquecemos. 

Es este uno de los mayores desafíos a encarar hoy, no solo por las propias mujeres sino también por cualquier individuo medianamente consciente, así como empresas, sociedad, gobiernos corresponsables de cerrar filas para proteger la calidad de la crianza.  

Es hora ya de plantearnos que la conquista de una genuina liberación femenina exige la posibilidad real del ejercicio pleno de la maternidad como tarea apoyada, protegida, respetada, valorada y reconocida socialmente. Este sería el escenario de una auténtica liberación femenina. Las mujeres necesitamos salirnos de la trampa de vernos obligadas a renunciar a la maternidad plena o a la decisión de dedicarnos a criar a nuestros hijos con mayor presencia y disposición corporal y emocional para poder ser profesionales remuneradas y visibles socialmente, o viceversa.

Honremos a nuestras ancestras feministas por impulsar el movimiento de los derechos civiles de la mujer y a quienes debemos el hecho de que hoy votemos, vayamos a la universidad y disfrutemos del acceso a espacios antes reservados exclusivamente a los varones. Pero llegó el momento de abrirnos a la comprensión y búsqueda de una nueva conciencia sobre liberación femenina concebida en un orden social alternativo, fuera de la estructura jerárquica y competitiva  basada en la productividad diseñada por y para hombres que no condice con los ritmos femeninos cíclicos, ni con las necesidades de la mujer que concibe, que pare, que amamanta y que cría a sus hijos.  Nuestro reto ahora, es construir un nuevo paradigma que acoja la maternidad como una experiencia de disfrute y empoderamiento consciente, en lugar de una fuente de tensiones, agobios,  depresión o necesidad rabiosa de huida, fruto de vivir inmersos en sociedades incapaces de acompañar el hecho materno con genuino respeto, apoyo y reconocimiento.


Twitter. @conocemimundo
Instagram: @conocemimundo