Cuando eran pequeñas y tocaba llevar a mis hijas a su
chequeo pediátrico, el asunto se complicaba especialmente al
momento de hacer los exámenes de laboratorio. Mi hija mayor tenía fobia a las
agujas y comenzaba a correr por todas partes, apelando a todo cuanto
recurso encontraba para zafarse del
pinchazo. Una vez le increpó a la enfermera que su hermana tenía la misma sangre, que en lugar de
pincharla a ella usara la sangre de
su hermanita... Hoy, todos -incluida mi hija- nos reímos de su vivaz ocurrencia.
Sin embargo, aunque desde el punto de vista del adulto el miedo o el dolor de
los peques pudieran asumirse como “tonterías de niños”, en ninguna
circunstancia deberíamos trivializarlos. Desde el punto de vista infantil
dichas experiencias son vividas con intensidad. Por tanto es nuestro deber
ofrecerles el apoyo para prevenir o mitigar el posible trauma vinculado con las visitas
al médico, sean planificadas o por emergencia.
La Doctora Aletha Solter, experta en trauma y apego,
fundadora y directora del Aware Parenting Institute en su artículo Making doctor visits a pleasant experience for children explica varias cosas que podemos hacer para mejorar las visitas de los chiquitines al médico. En primer lugar, recomienda
leer libros de cuentos sobre ir al médico. De esta manera podemos ayudar al niño a
comprender lo que le espera y motivarle a hacer preguntas para aclarar sus
inquietudes y fantasías, mitos o malos entendidos. Días antes de ir a la
consulta - en especial si hay que poner vacunas o extraer muestras de sangre- la
Doctora Solter propone hacer juegos con
los pequeños, donde nosotros interpretemos el rol del médico y expliquemos al
niño lo que vamos a hacerle. Para aligerar tensiones y crear situaciones que
permitan aclarar dudas, la especialista recomienda usar el humor. Por ejemplo, actuando como “médico
torpe” que no sabe hacer bien las cosas.
También podemos usar peluches o muñecos, e invitar a los peques a interpretar
el rol de médico que pone inyecciones, etc., o hacer nosotros el papel de
pacientes, dramatizando o apelando a recursos que hagan reír al pequeño. Solter recomienda jugar con los pequeños
todas las veces que lo pidan o necesiten, antes y después de la visita al
médico. Esto ayuda a elaborar miedos, inquietudes y posibles traumas.
En situaciones de emergencia cambian las cosas porque
no contamos con un tiempo previo de preparación. Sin embargo en todo momento y
sin importar la edad que tenga el niño, es recomendable explicar todo lo que está ocurriendo y lo que haremos.
Palabrear al niño constantemente con la verdad, usando un lenguaje adecuado a su
edad y evitando detalles angustiantes, es fundamental. En este orden de ideas,
debemos explicar que lo llevaremos al médico y lo que probablemente se hará (iremos
al doctor y tal vez verá tu garganta, tus oídos, tocará tu pecho, etc.)
La especialista en trauma, explica que debemos tener
expectativas realistas. No podemos esperar que los niños menores de cuatro años
cooperen o que no se resistan, sobre todo durante situaciones de emergencia
cuando se sienten asustados, enfermos e inquietos. Los niños mayores, en
cambio, pudieran entender mejor la necesidad de ciertos procedimientos.
Cualquiera que sea la edad, se desaconseja burlarse o banalizar los temores del niño con comentarios
como "mira lo grande que eres y todavía con miedo a las agujas…” Por otra
parte es fundamental transmitir a nuestro hijo o hija, seguridad con la actitud
y con la palabra, así como acompañarles sin presionar u obligar a enfrentar por
sí mismos la experiencia que les asusta. Es elemental que criadores, cuidadores
y adultos responsables de los niños, siempre escuchemos con respeto sus temores y
emociones (llanto, dolor emocional o físico, miedo, etc.) permitiendo en todo momento que las
expresen, asintiendo y sin negarlas o
censurarlas (dejarles llorar, etc) al tiempo de brindar el apoyo que la criatura necesite para
sentirse protegida y segura (sé que duele, está bien que llores, pasará y te
sentirás mejor, estaré a tu lado todo el tiempo que me necesites…) Sea que se trate de niños o de niñas, no es
recomendable elogiarles por aguantarse el dolor.
Durante los procedimientos médicos, es neurálgico que
los profesionales de salud entiendan la importancia de permitir a los progenitores
mantenerse al lado de sus hijos -previniendo ansiedad de separación o miedo al
abandono- siempre que sea posible. Así mismo los adultos implicados (padres y
profesionales de salud) debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para
respetar los tiempos que el niño necesite hasta calmarse, antes de emprender un
procedimiento.
Para mitigar la ansiedad del pequeño, Aletha Solter,
recomienda dar opciones, cuando las
circunstancias lo permitan (elegir el brazo en que quiere que le pongan la
vacuna, decidir si quieren o no analgésicos, etc.. ) lo cual, sea dicho de
paso, es un derecho del niño.
En cualquier caso es un despropósito y siempre causa interferencias procurar que el niño nos obedezca provocándole miedo con amenazas del tipo
“si no comes o si te portas mal, te llevaré al médico para que te ponga una
inyección”.
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Hola. son unos consejos muy interesantes para el temido momento de llevar a nuestros hijos al médico... me reí con la ocurrencia de tu hija y la misma sangre que la hermana... muy bueno. Seguimos en contacto
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