A
menudo pensamos que los niños necesitan límites y disciplina, cuando lo que
realmente necesitan es que sus cuidadores estemos mejor y más disponibles
emocionalmente para acompañarlos en el despliegue de sus infancias. Es aquí
cuando toca reflexionar -entre otros asuntos sustantivos- sobre la importancia
de autorregular nuestras emociones.
Aclaremos que crianza y labores domésticas son dos tareas distintas, aunque ambas ocurran en el hogar. |
Sabemos
lo demandante que supone atender niños pequeños. Al margen de nuestra
disposición emocional, mayor o menor, y de los motivos históricos que la
determinan (ya
he escrito antes sobre este tema) los niños necesitan mucha presencia y
energía de nuestra parte, con lo cual es necesario procurar espacio y tiempo
para el autocuidado del cuidador. Esto supone establecer el compromiso de realizar
a diario higiene emocional. En otros
post he descrito técnicas como la terapia
del cojin , el giberish, la
escritura automática que pueden
ayudarnos en este propósito.
Recursos
puntuales como llamar a una amiga para conversar, tomar una ducha, buscar ayuda
para dejar a los peques al cuidado de un familiar o persona confiable y salir a
caminar, correr, hacer ejercicio, recibir un masaje, hacer que nos arreglen el
cabello, manos y pies, etc., puede
ayudarnos a restituir el equilibrio. Sabemos que cuando se trata de atender
niños pequeños, es poco el tiempo disponible, pero siempre podremos, con ayuda
de la pareja, amigos, familia, tomar un tiempo razonable (aunque sea media hora
o quince minutos al día) para el autocuidado. No hablamos de un tema menor. La
autorregulación del cuidador es indispensable para restituir el equilibrio
necesario que nos permita atender a nuestros pequeños desde la calma.
La higiene emocional debe asumirse como un
compromiso y practicarse de un modo habitual (al igual que higienizamos el
cuerpo o la casa) para mantenernos descargados de tensiones que se van
acumulando hasta hacernos estallar. Podemos visualizarlo mejor, con el símil de
un vaso que se va llenado gota a gota y que si no vaciamos a diario, se rebaza.
También
podemos recurrir a las estrategias para la autorregulación emocional o catarsis,
cuando sintamos que estamos a punto de perder el control. Justo en esos
momentos, si nos hacemos consciente de nuestra emoción y la aceptamos, podemos encauzar
la reacción hacia otro objetivo evitando así violentarnos con los niños a nuestro cargo.
Recordemos
siempre que nuestras emociones pueden ser agradables o desagradables, pero no
existen emociones buenas o malas. Todas tienen una función
que cumplir, todas tienen algo que decirnos y que debemos atender
oportunamente o de lo contrario van a salir multiplicadas y empeoradas.
Mantenernos en contacto consciente con ellas, aceptarlas, nos permite acceder a
un mayor margen de libertad para gestionarlas adecuadamente sin dañarnos ni
dañar a los demás.
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Hola. unos consejos muy completos y prácticos. Gracias por tus recomendaciones. Seguimos en contacto
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