En estas circunstancias de encierro lleno de incertidumbre y amenazas reales e imaginarias de toda índole que afectan no sólo la salud física sino tantas esferas de nuestras vidas a la vez, socavando constantemente nuestro equilibrio vital, encontrándonos sin recursos internos ante tales desafíos, puedo ver a personas, como mis hijas por ejemplo, que logran mantenerse en equilibrio gracias a la práctica de yoga avanzada que pueden hacer por sí mismas sin depender de una clase porque se han formado previamente en esta disciplina durante años. Entonces me pregunto ¿qué cuernos se cree desde el sistema educativo que van a perder los niños incluso desde el preescolar si no se sientan en sus casas como si fuera el salón de clases cada día 4, 6, 8 horas a recibir contenidos telemáticos, y luego seguir haciendo una cantidad de deberes y tareas —que ni siquiera sería capaz de sostener un adulto mucho menos bajo estas circunstancias— metiéndoles además presión constante con supervisiones y seguimientos exhaustivos ante la amenaza de perder “objetivos inaplazables” o de perder el año escolar si no se pliegan a los rígidos mandatos del sistema?.
En lugar de seguir respondiendo a una estructura establecida por inercia como hámsters en su rueda, me parece un buen momento para parar a hacernos preguntas: ¿cuánto de lo que hemos aprendido en el sistema escolar mayoritario sirve hoy real y efectivamente para nuestro desempeño en la vida y en nuestras carreras profesionales? Ni el 10% dicen los expertos. ¿Vale la pena seguir amargando las infancias de nuestros niños?, ¿para qué?, ¿para que a la hora de la verdad solo cuenten con los recursos internos que han logrado desarrollar gracias a su propio interés, motivación y curiosidad de aprendizaje, y en el mejor de los casos apoyados por padres o tutores excepcionales que les facilitan espacios y recursos al margen de una escuela que lejos de favorecer impide desarrollar destrezas y competencias en aquello que de verdad importa?. Lo del Yoga es un solo ejemplo, pero hay tantos más.
Ahora mismo en una coyuntura sin precedentes para la historia de la humanidad, todos estamos aprendiendo muchas lecciones juntas en poco tiempo. Ahora mismo, los estudiantes no necesitan aprender algoritmos, ni raíces cuadradas, necesitan aprender más sobre gestión vital en momentos de crisis, aprender más sobre el propio potencial individual de recursos internos, aprender más sobre el potencial colectivo como especie gregaria para preservar nuestra sobrevivencia, comprender en la práctica cómo la dinámica de la cooperación en armonía con nuestros ecosistemas favorece nuestro desarrollo como especie, necesitan aprender a relacionarse mejor con el medio ambiente, a cuidar la alimentación, la salud de manera preventiva para favorecer un sistema inmunológico sano y fuerte en lugar de depender de fármacos y tratamientos sanitarios para mantenerse vivos hasta los 80 años o más. Estamos ante una cantera inagotable de recursos de aprendizajes mucho más relevantes ahora. Es un despropósito seguir desaprovechando esta oportunidad única en e afán de seguir con el mismo programa educativo centenario desde casa como si nada estuviera pasando.
Berna Iskandar
Divulgadora y asesora de crianza alternativa
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