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miércoles, 8 de febrero de 2023

Crianza en tiempos de Internet ¿cómo cuidar a mis hijos de los riesgos?


Advertencia importante sobre tu ciberseguridad y la de tus hijos.

Por Berna Iskandar  


¿Están mis hijos usando adecuadamente las nuevas tecnologías?, ¿a qué se están enfrentando con el uso de internet?, ¿cómo hago para poner límites frente a las pantallas?, ¿cómo los protejo o les enseño a protegerse de los riesgos?... 

Si eres papá o mamá de niños, niñas o adolescentes, muy probablemente sientes que uno de los objetivos más retadores de la crianza es conseguir que tus hijos establezcan una relación sana con las nuevas tecnologías. 

Para comenzar es recomendable hacernos muchas preguntas respecto a nuestro propio uso y conocimiento de la web. Nos enfrentamos al desafío de que nuestros hijos e hijas son nativos digitales, en algunos casos con mayores destrezas que nosotros para el manejo de las herramientas tecnológicas, pero sin la madurez para enfrentar y digerir las consecuencias del uso de las mismas

Alcanzar un panorama claro sobre lo que queremos hacer y cómo llevar a cabo una crianza cibersegura, precisa saber dónde estamos parados. En este sentido el asunto fundamental entender que los riesgos de internet son bastante más graves de lo que podemos llegar a imaginar. En general se considera que para estar seguros, bastaría con establecer controles parentales que eviten que nuestros hijos ingresen a determinados sitios web o accedan a determinados contenidos. Pensamos que supervisar el tiempo de exposición a pantallas o cambiar con frecuencia las contraseñas eligiendo combinaciones robustas, es suficiente, pero no es así. 

El verdadero problema de internet es que es intrínsecamente insegura. ¿Y por qué?, su diseño actual está pensado para hackear la vida de los seres humanos. Ana Fisher, comunicadora social especializada en temas de ciberseguridad y creadora del blog crianza ciber segura, advierte que lo que está siendo hackeado no son meros datos físicos, sino que internet está hackeando la percepción, emociones, comportamientos, la capacidad de atención, la salud mental y física propia y de nuestros hijos. 

El diseño de Internet y las Redes Sociales,  esta concebido de forma muy sofisticada y potente para controlar nuestros instintos, superando nuestras propias defensas como adultos para regularnos frente a tal bombardeo de estímulos. Peor aún cuando se trata de las mentes inmaduras de niños y adolescentes. Internet ya no es como al principio. Ahora se ha convertido en una tecnología en general orientada a hacernos adictos.   El filósofo especialista en ética de nuevas tecnologías y creador del centro para una tecnología humana, Tristan Harris, cuando trabajó en el departamento de ética de Google, se dio cuenta de que los diseños de Internet y su tecnología, tal y como los conocemos hoy, están atentando contra los Derechos Humanos. 

Descomunales computadoras y servidores como la famosa Aleph, son capaces de descifrar nuestra personalidad tan solo con que hagamos cincuenta clics, logrando con ello predecir un ochenta por ciento de aquello que nos gusta, lo que nos disgusta, nuestro estado de ánimo, nuestra ciclicidad femenina, lo que queremos hacer a futuro... El diseño actual de internet apela a la activación constante de las partes más primitivas del cerebro poniendo en marcha nuestros impulsos y emociones más básicos para llevarnos compulsivamente a conectar con pantallas y consumir sus contenidos. 

Resulta difícil que consigamos discriminar si estamos usando redes sociales o navegando en la web, por deliberadamente por elección propia o llevados por puro impulso.  Tristan Harris compara el mecanismo psicológico que provoca el actual diseño de Internet con la adicción a las máquinas tragamonedas, donde la persona introduce impulsivamente una moneda tras otra para obtener recompensa. Lo mismo pasa cuando pulsamos un enlace o deslizamos con el dedo sobre la pantalla una y otra vez en las redes sociales, aplicaciones o webs,  para obtener imágenes, información, un correo o cuando dejamos todo para pulsar cualquier notificación que entra al móvil... Las notificaciones que avisan en tiempo real la recepción de un mensaje por whatsapp o algún comentario en Facebook, disparan la respuesta inmediata del usuario. Cuando las vemos se activan necesidades pulsionales en nuestro cerebro para llevarnos a responder de inmediato. Los “megusteos” están diseñados para activar la necesidad de aprobación social, y así, cada diseño desarrollado para estas nuevas tecnologías apunta a movilizarnos para acumular contactos, visitas, comentarios, “me gustas”...


Según los estudios realizados por Tristan Harris, este mecanismo nos lleva a interrumpir cada tres minutos cualquier actividad, buscar compulsivamente información y compartir cualquier detalle de nuestras vidas privadas dejando rastros que luego son usados para llevarnos a consumir, sentir,  pensar de una manera determinada, ideologizarnos, etc. Cuando abandonamos una tarea para atender cualquier notificación,  reenfocarnos de nuevo toma un promedio de veinticinco  minutos. En la activación de este círculo vicioso nos ejercitamos involuntariamente cada día durante horas y vamos creando el hábito de interrumpir, perder el foco y responder de forma enajenada a los intereses que imponen otros. El mecanismo de enganche diseñado por una Internet que nos conoce mejor que nosotros mismos y nos lleva a quedarnos atrapados en sus redes, es tan potente que incluso cuando los adultos nos damos cuenta, nos cuesta salir de él. 


¿Qué decir entonces sobre la inmadurez de un niño frente a la influencia de esta poderosa y enajenante tecnología?

El uso de internet cambia el cerebro de niños y adultos.  Ana Fisher advierte que somos muy poco conscientes de las modificaciones que se producen en la infraestructura de nuestro cerebro. Compara con ejemplos sobre otras partes del cuerpo, explicando que podemos sentir nuestros pulmones, corazón, nuestros músculos y percibir cuando hay un cambio en ellos (si nos ejercitamos habitualmente percibimos cuando perdemos peso o aumenta la masa muscular, etc.)  Pero no somos capaces de percibir cómo cambia la infraestructura de nuestro cerebro. Cuando leemos o jugamos en el mundo físico, real, concentramos foco y cambia la tonicidad del cerebro, y aunque no lo veamos físicamente lo podemos observar en la conducta de nuestros hijos y contrastar la diferencia con las conductas que se generan a partir del consumo de pantallas, agrega la experta en ciberseguridad. 


Necesitamos una Internet más humana ¿Qué podemos hacer? 

Aunque parezca una utopía o un ideal demasiado romántico visto los poderosos intereses tras el manejo de La Red, es posible lograr un diseño de Internet más respetuoso de los Derechos Humanos. No se trata de volver a vivir con cero tecnología. Así como la política o la religión, tampoco la ciencia y la tecnología son buenas o malas en sí mismas. Depende de que se orienten al servicio y al bienestar, en lugar de orientarse a la conquista de poder en detrimento de la integridad de las personas. 

Si ya se sabe que las nuevas tecnologías están diseñadas para crear adicción, lo sensato sería   establecer  criterios de uso extrapolables al consumo de substancias adictivas como el tabaco, alcohol... y actividades que producen adicción como los juegos de  azar, visionado de pornografía, entre otras...  


A partir de este supuesto debemos intervenir el consumo de nuevas tecnologías con criterios preventivos. Aunque cada vez hay más estudios con resultados alarmantes sobre los efectos del consumo de nuevas tecnologías en menores de edad,  todavía no ha habido tiempo para estudios sobre efectos a largo plazo, debido al relativamente reciente consumo por parte de las nuevas generaciones con esta nueva cepa de tecnología en pantallas. Sin embargo no podemos arriesgarnos a exponer la salud y la integridad de nuestros hijos. Por tanto no tenemos que esperar una declaración de uso nocivo de Internet por parte de las autoridades sanitarias como ocurrió en su momento con el tabaco, el alcohol y los juegos de azar. Necesitamos actuar ahora. 


Algunas recomendaciones

Reconquista los espacios físicos de juego e intercambio social para ti, para los niños y adolescentes a tu cargo. Estas experiencias son insustituibles para favorecer el buen desarrollo y equilibrio integral en todas las edades, pero especialmente en la infancia que es un período de desarrollo en el que se están estableciendo las bases psicológicas, emocionales, fisiológicas, racionales, cognitivas y sociales del ser humano. 

El uso de pantallas debe ser controlado y racionado. Desde cero pantallas hasta el uso puntual supervisado y muy selectivo en tiempo y contenidos, según la etapa madurativa de los hijos, siempre y cuando sea para aprovechar las ventajas de conexión e información que Internet, cuidándonos de no quedar atrapados en la dinámica del diseño adictivo, violento y consumista de la red. Algunas investigaciones ya están recomendando enfáticamente  cero uso de móviles y otros dispositivos hasta los dieciséis años.

Los adultos podemos racionar tiempo en pantalla, eliminar las notificaciones y estar más pendiente de lo que publicamos, de los clics que hacemos, la información que vamos dejando en la red y sus consecuencias para nuestra integridad y la de nuestros hijos. 

Mantente atento al comportamiento propio y de tus hijos. Hacer “detox” de internet acordando períodos largos de cero uso de pantallas para toda la familia con alternativas que permitan dedicar más tiempo a encuentros y juegos en el mundo físico ayudará mucho a notar la diferencia, observar lo que pasa con nuestro estado emocional, nuestra capacidad de enfocarnos o concentrarnos, cuánta dependencia hemos creado. 

Infórmate bien y explica a tus hijos cómo funciona la red y lo que provoca en nuestro cerebro. Ayúdales a identificar comportamientos, conductas propias y ajenas, provocadas por su uso. 


Participa en iniciativas ciudadanas para reivindicar el cambio hacia una Internet más segura y humana.



Berna Iskandar

 



 


 

 











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